El 99% de sus ingresos es por cristal, la droga más consumida en el estado.. Foto: Gerardo García Cárdenas.
Guanajuato.- Conseguir la certificación nacional para un centro de rehabilitación es una tarea muy difícil, casi imposible, al grado de que en todo el estado actualmente solo hay cuatro, entre ellos dos de los centros de rehabilitación Sirviendo a Dios, que recibieron su constancia en mayo.
Uno está en León —en la zona de Cerrito de Jerez, para mujeres—; el otro, en el municipio de Ocampo, para hombres.
De momento, otros cinco anexos (entre ellos los de La Búsqueda, que anteriormente sí han sido validados por la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones, Conasama) no aparecen en la lista oficial.
La Secretaría de Salud de Guanajuato y la dirección de estos centros aseguran que no han perdido el certificado, solo que no se les ha renovado porque los inspectores de Conasama no los han visitado.
En cambio, integrantes de Sirviendo a Dios “comieron, bebieron y soñaron” la NOM-028-SSA2-1999 y estuvieron listos para cumplir con las supervisiones, que se realizaron de manera sorpresa.
La NOM-028 busca revertir el estereotipo de un lugar sucio, repleto de usuarios que sufren maltrato, por otro donde se cumplan las condiciones de salubridad, seguridad y respeto a los derechos humanos.
Las drogas de hoy no son las mismas de hace 30 años o 20 años. Hoy basta un consumo para hacerse adicto. La principal, ahorita, es el cristal. Con una sola probada el muchacho puede quedar atrapado. Genera un estado de placer en su cerebro que lo convierte en adicto”, explicó José Juan Aguirre Oviedo, director general de Sirviendo a Dios.
“Actualmente ya con la droga no decimos que van a tocar la cárcel, ya es o psiquiátrico, pues completamente se funden, o el panteón. De plano”.
El especialista advirtió que con una dosis de 50 pesos “el efecto te puede durar hasta 4 días sin dormir, sin comer. Entonces el cuerpo se descontrola, el cerebro se inflama y es cuando vienen las alucinaciones, delirios auditivos, delirios visuales”.
Comentó que la dosis se consigue prácticamente en cualquier lugar y, si antes faltaba un peso para completarla no la entregaban, “hoy hasta la fían: ‘mañana vengo y te la cobro’. (…) Es porque hay mucha droga circulando, lo que quieren (los traficantes) es convertirla en dinero”.
Dijo que como sociedad y como familia se debe ser consciente en prevenir la adicción. “¿Y cómo vamos a prevenir algo que no conocemos?”, cuestionó. “En mi caso, mi familia se tardó ocho años en saber que yo era adicto. Pensaban que era la edad, que era la adolescencia”. Y era la droga.
El tratamiento
Hemos encontrado que la recuperación tiene que ser integral, o sea, no tenemos éxito cuando solamente el paciente tiene la rehabilitación. Tenemos éxito cuando la familia se involucra en la rehabilitación”, comentó José Juan Aguirre, quien actualmente dirige ocho centros en la región, seis de ellos en León y uno más en la ciudad de Linares, en Chile.
A los familiares se les brindan “terapias psicológicas, consejería en adicciones, talleres, hacemos alianzas con instituciones para que las familias también sean atendidas, que entiendan el problema de la adicción, que entiendan por qué (su hijo o hija) cambió, por qué les robó la tele, por qué no duerme. Las causas, los efectos; que entiendan que la drogadicción es progresiva y mortal”.
Aguirre Oviedo reconoció que la certificación ante la Conasama implicó una gran cantidad de papeleo, pero sobre todo recursos económicos, para cumplir con los estándares que exige la norma oficial.
Uno de ellos es la densidad poblacional: la norma exige espacios muy amplios, algo que la mayoría de los 340 anexos registrados por el Gobierno estatal (pero no por el federal) no pueden cumplir.
Fue un proceso de unos tres años. Un año metiendo documentación, otro haciendo ajustes, viendo normativas, y el siguiente año fue supervisión; nos revisaron y fue ya que nos dieron el reconocimiento”.
Una historia personal
“Pepe” Aguirre es originario de la colonia Chapalita, en León, y posteriormente su familia se mudó a León II.
Su interés por ayudar “nació porque yo también tengo el problema. Desde los 15 años consumí alcohol, cocaína, cristal, inhalantes y duré 16 años en las adicciones. Llegué a vivir en las calles, incluso a comer de la basura. Ya estaba perdido completamente. A raíz de que entro a centros de rehabilitación, comienzo a recuperarme”. Eso fue hace nueve años.
Pero antes, dijo, se debe tocar fondo. El suyo fue “robarle a mi hija —entonces una bebé— unos aretes de oro. Ahí fue donde me dije: ‘Ya, ya estoy muy mal, ya me convertí en un ratero’. En vez de cuidar a la familia, yo era el mismo atacante. Ahí fue donde nació un despertar espiritual, donde vi la necesidad tremenda de cambiar mi vida y fue donde le pedí a Dios que me ayudara, y Él me ayudó”.
Hoy está convertido en el Pastor Pepe y considera haber encontrado saberes que necesita compartir.
José Juan Aguirre Oviedo, director general de “Sirviendo a Dios” . Foto: Gerardo García Cárdenas.
Muchas veces el adicto consume por (tener) un vacío, y el vacío lo aprendí a llenar con Dios. Entonces, ahí es donde yo me levanto y es de donde nace la necesidad de ayudar a los demás”.
Aunque las terapias religiosas no son obligatorias como parte del tratamiento, en su caso fue la única manera de tomar conciencia. La atención psicológica, dijo, también es indispensable.
“Les enseñamos los síntomas, las causas de dónde puede derivar su problema, para que ellos encuentren en dónde se rompieron para poder arreglar aquello: cómo sanar y continuar”.
Quebrarse, pegarse, superarse
El director general de Sirviendo a Dios también comentó que parte del tratamiento es dar a los jóvenes la oportunidad de concluir sus estudios de primaria, secundaria, preparatoria o universidad.
También darles herramientas culturales: talleres de pintura, música (rap o batallas de freestyle, pero sin temas violentos, solo de valores), así como alabanzas religiosas.
En lo laboral, “tenemos talleres para que ellos aprendan un oficio, se certifican por medio de Cecati y yo tengo actualmente empleados cerca de 300 jóvenes que ya aprendieron un oficio. (…) Yo toda mi vida me he dedicado al calzado. A raíz del grupo, encontré una oportunidad muy grande de empezar a enseñar a los jóvenes y darles empleo”.
Dentro de este centro de rehabilitación, se les da la oportunidad de concluir sus estudios. Foto: Gerardo García Cárdenas.
Dicha empresa de calzado emplea hoy a cerca de 250 jóvenes. También cuentan con tortillerías, dulcerías y tienen el plan de implementar una armadora de castillos en San Luis de Potosí.
Por otra parte, Pepe Aguirre comentó que en los centros hay unos 150 muchachos y muchachas que ya tienen un ingreso como encargados de los diferentes centros. Todos cuentan con un diplomado en consejería en adicciones y muchos estudian una licenciatura.
Él mismo ha tenido que prepararse a conciencia, aunque en este anexo haya un modelo de ayuda mutua. “Ahorita ya somos psicólogos, tenemos consejería en adicciones por parte de (la Universidad) La Salle”, todo esto para cumplir los requisitos de Conasama.
¿Cómo podemos prevenir la adicción? Escuchando a nuestros hijos. Hay dos razones principales para iniciar el consumo: 1) la curiosidad y 2) sentirse parte de una pandilla, de un núcleo social. De ahí la importancia de una familia unida”.
“Mi visión es que algún día tengamos desde la escuela una educación preventiva, que los muchachos estén enterados de en qué presentaciones se les pueden aparecer las drogas para poder decir no, conocer las estrategias que están usando para que no se enganchen. Realmente con una sola dosis pueden quedar atrapados. Yo me dije: ‘Nada más quiero saber qué se siente’. Si a mí me hubieran dicho que con esa vez tenía para echar a perder mi vida, no lo hubiera hecho”.
José Juan Aguirre pidió a los familiares de una persona adicta no posponer el ingreso a un centro de rehabilitación por miedo a un supuesto maltrato: lo mejor es ver opciones, conocer a la persona que lo administra y sus “credenciales”, revisar a conciencia las instalaciones. “Recurran a una ayuda oportuna antes de que sea demasiado tarde”.
“A su modo, no al mío”
AM conversó con dos mujeres que están en rehabilitación en la sede de la colonia Cerrito de Jerez, atrás del Centro Comercial Altacia, en León.
Norma Lara, de 19 años, contó que su problema inició a los 16 años por consumo de solventes, por curiosidad. “Quise experimentar qué se sentía y fue mi perdición total (…) Toqué fondo, dejé mi casa por la adicción, andar en las calles hasta batallando por un vaso de agua (…) Dios me trajo aquí y a su manera, a la mía me di cuenta que no funcionó”.
Dijo que estuvo en otros anexos, donde sufrió maltrato y condiciones indignas, incluso golpes. Sirviendo a Dios es el mejor lugar donde ha estado, donde por medio de la palabra de Dios les hacen entender que son personas merecedoras de un trato digno.
Norma dijo que en este anexo aprendió a rapear y que les dan cursos para aprender a cantar, a tocar la guitarra o el piano, a poner uñas acrílicas y pestañas postizas, así como consejería individual y grupal. Quiere retomar sus estudios y cursar la preparatoria.
Se muestra orgullosa del cargo que tiene en la administración: es “tercera encargada de pueblo”, supervisa el cumplimiento de horarios y está atenta a las necesidades de las internas, como cuestiones de salud.
Norma Lara. Foto: Gerardo García Cárdenas.
Cuando termine mi proceso quiero quedarme a apoyar a la casa y seguir sirviendo a las personas que van llegando con un problema de adicción”.
Pidió a los familiares de adolescentes con consumo problemático “que nos escuchen y nos comprendan, nos pongan atención; eso es lo que nos hace falta”.
“Las drogas no discriminan”
Jhovana Schroeder tiene 40 años, es profesionista, psicóloga organizacional y consultora. Y se reconoce adicta al cristal. Quedó atrapada después de intentar comprender qué había llevado a uno de sus hermanos al consumo de esta droga, quien después de un tiempo, hace un año, se quitó la vida.
Jhovana Schroeder. Foto: Gerardo García Cárdenas.
¿Por qué la pruebo? Bueno, a lo mejor emociones no canalizadas de manera correcta (…) Fue la depresión”.
AM le preguntó si este fue el primer anexo al que asistió. Ella, con una gran sonrisa, aclaró que no, “pero es el último”.
Al descubrir su adicción, sus padres actuaron rápido. El primer anexo al que la llevaron no tenía las condiciones adecuadas, según se percató su padre, quien la trasladó al actual. Ahí se siente contenta y con esperanza en el futuro.
Estoy tomando el curso de consejería en adicciones, me voy a certificar. Eso, aparte de sumar a mi valor curricular, me llevará a motivar a otras personas a que cambien de chip, cambiar estilos de vida y costumbres, para cuidar nuestro bienestar en general”, concluyó.
Numeralia
El tratamiento es por 18 semanas (4 meses y medio), pero se les sugiere quedarse un año.
El 40% de los pacientes tiene beca total, pues están en situación de calle o no reciben apoyo de sus familias.
Cada año se atiende a 4,500 jóvenes en rehabilitación y a cerca de 9,000 familias.
En 9 años se ha documentado el apoyo a unos 2,000 jóvenes rehabilitados; algunos llevan de 5 a 7 años libres de adicciones.
Se han atendido cerca de 50,000 familias.
Cada mes se festeja a 30 o 35 muchachos que han logrado su primer año “limpios”.
El 99% de las personas que llegan al anexo lo hacen por consumo de cristal.
Solo se cobran las comidas (33 pesos cada una) y los artículos de aseo personal.
Más datos
La Secretaría de Seguridad y Paz confirmó que el cristal es la droga que más circula en Guanajuato, según el volumen de aseguramientos.
Del 26 de septiembre de 2024 al 31 de julio de 2025 hubo 238 mil 324.3 dosis, mientras que en el mismo periodo del año anterior se aseguraron 347 mil 265.
En cocaína, de septiembre de 2023 a julio de 2024 fueron 792 dosis; en el mismo periodo de 2024-2025 van 1,735.
La piedra base también es relevante: en el periodo anterior los decomisos sumaron 2,964 dosis; en el actual, 2,836.
En cuanto a las metanfetaminas, en el periodo anterior no se confiscaron dosis; en el más reciente sí, 1,445.
Sobre los cannabinoides: en el lapso anterior fueron 13 dosis; en el más reciente, 306.