León, Guanajuato.- La cineasta Fernanda G. Estrada avanza con paso firme en la cinematografía mexicana.
Egresada de la Universidad Iberoamericana León de la licenciatura en Diseño Digital Interactivo, recientemente estrenó su cortometraje “Mala mía” en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) y ya prepara su siguiente proyecto: “Los días que no se hablan”.
En entrevista con AM, Fernanda G. Estrada platicó cómo fue que nació “Mala mía”, durante el Máster en Dirección de Cine que la creativa cursó en España.
El proyecto de ficción retrata la vida de una mujer puertorriqueña que vive en Barcelona y enfrenta los retos de la migración: la diferencia de idioma, la brecha cultural, las trabas burocráticas y la inestabilidad financiera.
Mala mía es una historia que surgió de la distancia, de extrañar mi hogar, mi familia y mis amigos. Poder estrenarla en el GIFF fue cerrar un círculo: llevar de vuelta a casa algo que nació de la nostalgia por ella”, compartió la cineasta.

La producción representó un reto enorme, además de la distancia física.
“Hacer cine siempre es difícil, y más los cortometrajes que pocas veces tienen una salida comercial. Eso, sumado a estar lejos, sin amigos ni familia que te apoyen, lo vuelve aún más complicado”, explicó.
Sin embargo, en el rodaje encontró un espíritu de comunidad, ya que muchas historias, se conjugaron en una.
El 90% del equipo éramos migrantes latinos y creo que al final todos entendíamos lo difícil que es. Nos sumamos para poder contar la historia juntos”.

El arraigo como motor creativo
El cortometraje refleja los temas que más interesan a Fernanda G. Estrada, tales como la migración, la familia y el arraigo.
“Estar lejos reafirmó mi necesidad de retratar mis raíces, las calles donde crecí, las historias que he escuchado. Siempre ha existido en mí ese interés por observar lo que pasa a mi alrededor y ponerlo en pantalla”, expresó.
Para ella, representar a Guanajuato en un certamen como el GIFF fue un orgullo, así como una oportunidad de internacionalizar su trabajo.
Es un privilegio enorme compartir nuestras historias en un espacio local e internacional. Nunca sabes quién se verá reflejado, quién se sentirá acompañado o visibilizado a través de ellas. Eso es lo más valioso que puede dar el cine”.

‘Los días que no se hablan’
De regreso en León, Fernanda G. Estrada concluyó hace unos días el rodaje de “Los días que no se hablan”, cortometraje ganador de la convocatoria “Nárralo en primera persona: sororidad y resiliencia” del IMCINE.
La historia presenta a una niña de 12 años que trabaja en una taquería para ahorrar dinero y competir en un concurso de declamación, pero en el camino enfrenta acoso y hostigamiento laboral.
Desde el inicio quisimos que el cortometraje tuviera un fuerte arraigo local. Lo filmamos en Los Olivos, la colonia donde crecí, y en San Miguel. Realizar este proyecto con el respaldo de IMCINE en León fue muy significativo porque demuestra que aquí también sabemos hacer cine de manera profesional”, comentó.
El proyecto, además, busca regresar a la comunidad, darle un poco a través de su ojo creativo, de cómo se viven los contrastes.
“Queremos proyectarlo en las colonias donde filmamos. Es fundamental que la gente vea el resultado de un trabajo en el que participó y donde su entorno quedó retratado. Sobre todo, que el corto sirva como punto de encuentro y reflexión en torno al hostigamiento laboral infantil, un tema que lamentablemente sigue ocurriendo”.

Cine hecho en León
Actualmente, Fernanda G. Estrada escribe su primer largometraje, profundamente arraigado a León y a sus raíces familiares.
Soy leonesa de toda la vida, igual que mis padres y mis abuelos. Quiero contar historias que nazcan de esta tierra”, afirmó.
La directora asegura que hay un movimiento emergente de cineastas en León:
“Me ilusiona mucho la idea de ser parte de una generación que pueda abrir camino. Hasta ahora no existe cine contemporáneo hecho en León que sea 100% de leoneses y sobre historias leonesas, pero eso está cambiando”.
Para ella, regresar con sus proyectos a su ciudad es parte de un compromiso mayor.
Desarrollar cine en León ayuda a que se nos mire como un espacio donde también se puede hacer cine. Eso puede abrir la puerta a más apoyos estatales y municipales, y es mi manera de agradecer a la comunidad que me formó y sigue siendo el corazón de mis historias”.

Fernanda reconoce la influencia de cineastas como Bresson, Bergman y Ozu, que marcaron su manera de filmar lo humano y lo cotidiano. También destaca a directoras y directores mexicanos:
“Tatiana Huezo me inspira mucho por cómo construye memoria y dolor con imágenes poéticas; Lila Avilés me parece fascinante porque logra un cine íntimo y sensible que conecta con lo universal; y Alonso Ruizpalacios me gusta porque ha sabido renovar el lenguaje cinematográfico en México”.
Sobre todo, esas influencias le confirman un principio.
“Lo local, lo pequeño, lo íntimo, puede tener una resonancia mucho más amplia si se cuenta con honestidad y con una mirada personal”, finalizó.
CYPS
