León, Guanajuato.- El terror se apoderó del Teatro Manuel Doblado con el regreso de “El sótano”, obra inspirada en un relato de Koji Suzuki, autor de “El aro” que bajo el brazo del maestro Rafael Perrín, la actriz Ivonne Montero y la pequeña Camila Suárez, lograron que los leoneses vivieran el miedo a flor de piel.
Más de 700 personas (en la primera función) se reunieron para vivir (y sufrir) una de las obras de terror más inquietantes de los últimos años, que regresa por tercera ocasión al emblemático recinto de la ciudad bajo la batuta de Rafael Perrín, maestro del género en México.
En escena, Camila Suárez, Ivonne Montero y Rafael Perrín dieron vida a la pesadilla inspirada en un relato del célebre Koji Suzuki, autor de El aro.

La historia sigue a Ana Müler (Ivonne Montero), una mujer en crisis tras separarse de su esposo y sin más recursos que la esperanza de encontrar un lugar barato donde vivir con su hija Isa (Camila Suárez).
El destino las lleva a un viejo edificio, devastado por los terremotos, donde conocen a Damián (Rafael Perrín), el inquietante conserje que parece guardar más secretos de los que admite.

El montaje brilla no sólo por las actuaciones, sino por el sello técnico de un equipo con oficio probado: el videomapping convierte paredes y puertas en portales de horror, con imágenes que son tanto narrativas como atmósferas vivientes. Desde la secuencia inicial, las proyecciones colocan al público en un terreno donde la ficción se confunde con la memoria colectiva de las tragedias urbanas.
La tensión se cocina lentamente: Isa, la niña que dejó de hablar tras el abandono de su padre, es la primera en percibir lo sobrenatural. Su madre, escéptica y racional, se aferra a la idea de que las apariciones son producto de su imaginación trastocada por el libro de asesinatos rituales en el que trabaja como correctora.

Pero las paredes crujen, las sombras avanzan, y Damián se convierte en la única figura a la que pueden recurrir… ¿o en la amenaza de la que deberían escapar?

La canción de ‘Sukiyaki’ de Kyu Sakamoto, además de sonidos de almas quejándose, en un lenguaje extraño, provocan que los espectadores se envuelvan en la trama, sintiendo lo que madre e hija sienten.
Con El sótano, el Teatro Manuel Doblado volvió a convertirse en un lugar donde el miedo se experimenta con todos los sentidos.
Entre gritos, sobresaltos y aplausos finales, el público salió convencido de que no todo el terror vive en el cine: en el escenario, los fantasmas respiran más cerca de lo que creemos.

