León, Guanajuato.- El maltrato físico o psicológico, el abuso sexual, la falta de atención o cuidados por parte de los padres de familia son adversidades que afectan la salud mental y la vida adulta de los niños que se enfrentaron a las mismas.
Así lo expuso Ana Bertha Meza Pérez, médica psiquiatra del Hospital Ángeles en León, quien impartió la conferencia “Adversidades en la infancia temprana y su impacto en la vida adulta”, durante el curso de actualización que realizó este fin de semana el Colegio de Médicos Psiquiatras del Estado de Guanajuato A.C.
Las posibilidades de que los niños desarrollen asma, depresión o ansiedad están muy relacionadas con la presencia de algún trauma temprano, subrayó.
Las adversidades en la niñez abarcan varios conceptos, desde el maltrato, el abuso físico, psicológico, sexual y la negligencia. También si la familia es funcional o no, si los cuidadores, ya sea la mamá o el papá, tienen alguna enfermedad física o mental o si abusan del consumo de sustancias.
“Todo esto tiene impacto para los niños y se generan problemas de impulsividad, de bajo rendimiento escolar y de afectaciones en la cognición y en el desarrollo social. Hay estructuras cerebrales que se afectan con los traumas tempranos”, advirtió.
Destacó que es muy importante conocer estos eventos adversos en la infancia y detectarlos a tiempo para su atención, e implementar medidas o factores de protección como el ejercicio físico, una nutrición adecuada y un buen hábito del sueño o descanso.
Esto, sumado a la actividad intelectual y al fomento de las actividades cognitivas en la infancia, como la lectura.
“Actualmente los colegios de cardiología, de medicina interna y de pediatría están muy interesados en evaluar si los pacientes tienen antecedentes de un trauma temprano, porque es como un predictor de que su salud se puede complicar.
“Las mujeres embarazadas con un trauma temprano son más susceptibles a desarrollar diabetes mellitus gestacional y, en las personas que han tenido un infarto al miocardio y que tuvieron un trauma en la infancia, el manejo del estrés es diferente y son más susceptibles a tener otro evento cardiovascular”, explicó.
Agregó que algunas personas con ansiedad pueden tener episodios de taquicardia, dificultad para respirar, sensación de mareos y múltiples sensaciones en el cuerpo. Para esto, se enseña al paciente técnicas para controlar estos síntomas a través de terapias respiratorias.
“Se puede sumar el tratamiento farmacológico para que el cerebro se estabilice. Hay que regular en algunos casos con un apoyo bioquímico al cerebro para que vuelva a tener su adecuada funcionalidad”, apuntó.
La especialista también advirtió que la adicción a las pantallas en niños y adolescentes es un problema cada vez más frecuente en los consultorios, por lo que pidió a los padres de familia y maestros medir el uso de las pantallas en los menores.
“Es una droga visual en la que el cerebro empieza a descargar mucha dopamina porque son imágenes cortas, con sonido y movimiento, y el cerebro ya no tiene que hacer ningún esfuerzo y quiere más de esto.
“El uso excesivo de pantallas se está convirtiendo en una adicción y los padres de familia y los educadores tienen que regular el número de exposición a las mismas a través de los videojuegos y redes sociales, para que no se conviertan en niños automatizados y dependientes del celular”, advirtió.
Compartió que frecuentemente atiende este tipo de casos y aconsejó a los tutores buscar la ayuda de un profesional de la salud mental para ir “destetando” de esa adicción a los menores y plantearles el porqué.
JRL
