Y la Inquisición llegó a la Feria Nacional del Libro de León. Por fortuna, no lo hizo para perseguir a nadie y menos para quemar ediciones, sino para que recordemos su actividad en la Nueva España, de la mano del historiador Luis Huitrón.
El joven investigador compareció ante el público de la Fenal para compartir su experiencia, en la elaboración de este texto, de indudable atractivo para los interesados en el tema, pero también para cualquiera que pretenda conocer, de una manera documentada y amena, un oscuro capítulo de nuestra historia.
Nacido en enero de 1988, Huitrón tiene una sólida preparación y una carrera multifacética en la historia y en el arte.
Doctor en Historia del Arte, es además maestro en Historia del Arte con orientación en estudios curatoriales, licenciado en Historia y técnico en restauración por la Universidad Nacional Autónoma de México. También es maestro en Estudios Judaicos por la Universidad Hebraica.
Huitrón es autor del libro “Una catedral bajo la tierra”. Ha trabajado en la restauración y la conservación de la pintura mural de la primera catedral de la Ciudad de México (2005); en la valoración del acta de Independencia del Imperio Mexicano en el Archivo General de la Nación (2008-2009), y en proyectos de restauración y curaduría como “El esplendor de la plata” y “Tradiciones cerámicas” dentro del Museo Franz Mayer (2006-2007).
Es el creador, director y actor del primer espectáculo de comedia histórica en México: Las Meninas, además de ser columnista de arte para el periódico Enlace Judío y co-creador del podcast “Por si las Poscas”, dedicado a la divulgación del arte, la historia y la restauración en México.
En la Feria del Libro explicó que su interés por el Santo Oficio lo llevó a profundizar en el tema. Y si el lugar exacto de las mazmorras de tribunal no se conoce todavía, como informa en el libro, Huitrón platicó que sus investigaciones lo llevaron a un lugar que sin duda permite evocarlas: el que fuera Palacio Negro de Lecumberri, la tétrica prisión de la capital del País que se transformó en la sede del Archivo General de la Nación.
El autor contó que cuando revisaba el Acta de la Independencia, tuvo la ocasión de revisar el documento sobre la misma mesa en que se hizo la autopsia de Francisco I. Madero, asesinado junto con José María Pino Suárez en ese lugar, el 22 de febrero de 1913.
“La historia es muy caprichosa, tiene muchas coincidencias. Y ahí fue donde conocí el increíble, porque no tengo otra palabra para definirlo, el increíble mundo de documentos sobre la Inquisición”, dijo el historiador.
“Y la verdad… me mueve el morbo, yo soy súper morboso, y siempre dije que iba a estudiar el doctorado en historia para que nadie dijera que soy un chismoso, porque tengo un papel que lo avala. Y entonces dije, ahora sí, vamos a contar el chisme, sabroso”.
Y vaya que lo consiguió. El libro de Huitrón tiene, entre otros méritos, el de explicar, de forma muy amena y accesible, los complejos escenarios que llevaron a la consolidación del cristianismo, la creación del Santo Oficio y su llegada y operación en Nueva España.

Esta es sin duda la parte más interesante del libro, pues nos relata con muchos detalles la forma de operar, investigar y castigar de la Inquisición, pero además cómo con ella la Iglesia tuvo una forma eficaz de control ideológico, pero también una institución económica redituable para la Corona.
Tras los muchos detalles que Luis Huitrón dio sobre su libro y el diálogo que sostuvo con el presentador de su obra -el autor de estas líneas-, hubo preguntas de parte de los asistentes. Una, de lo más interesante: ¿qué testimonios hay del paso del Santo Oficio por Guanajuato?. El autor señaló que seguramente existan, pero que habría que dedicarse a buscarlos e investigarlos en los documentos del Archivo General de la Nación.
Más allá de sus andanzas, Luis Huitrón señala en su libro que la Santa Inquisición estuvo consagrada a la lucha contra quienes pensaban diferente: los herejes, los judíos, los musulmanes, las brujas (la persecución contra las mujeres es otro de los segmentos de gran interés en el libro).
Una lucha que para el autor es inútil, pues como señala en su texto, “uno de los aspectos en los que menos reparamos como individuos y como sociedad es el hecho de que el concepto de mayoría es una falacia”.
