León, Gto.- Los leoneses que acudieron al Auditorio Mateo del Regil para vivir una experiencia sensorial distinta con la obra Resonancias Sistémicas, del virtuoso maestro de música Roberto Morales, salieron impresionados. Los conocedores reafirmaron sus creencias y conocimientos en un evento que formó parte de las actividades del 53 Festival Internacional Cervantino (FIC) en León.
El concierto del artista, defeño de nacimiento pero guanajuatense de corazón, inició con puntualidad y un mensaje que recordó a los asistentes el ambiente solemne de un templo:
“Tercera y última llamada. Atención: no se permite tomar fotos ni videos. Favor de poner sus celulares en modo avión. Comenzamos”.
Tras el anuncio, apareció en escena el músico Roberto Morales, acompañado de un clarinete, un piano, instrumentos de percusión como los crótalos y un instrumento de barro.

El pianista, compositor y flautista inició con una interpretación en flauta transversal. En el fondo, una pantalla proyectaba imágenes de un monte con corrientes de agua y ramajes; cada movimiento generaba un estallido de colores en sincronía con el sonido. Era una fusión de música y color en tiempo real.
El maestro controlaba diversos dispositivos para manipular el volumen, los timbres y las texturas sonoras, mientras las imágenes naturales se transformaban al ritmo de la interpretación. Lo prometido: música e imágenes en tiempo real.
La obra Resonancias Sistémicas exploró una música experimental que nace, muere y renace en las ejecuciones del artista. En escena se entrelazaban colores, formas, sonidos prehispánicos y tecnología contemporánea, creando un diálogo entre lo ancestral y lo digital.
Con instrumentos como el caracol de barro, el piano y percusiones electrónicas, Morales generó una experiencia envolvente en la que los sonidos y los colores parecían mecerse y chocar como olas. Desde la serenidad hasta el rugido, el concierto mostró cómo la inteligencia artificial puede integrarse al arte para expandir sus límites expresivos.

Como citara Cicerón: “¡Oh, tempora, oh mores!” —en palabras modernas: ¡Oh tiempos, oh costumbres!—, la obra mostró cómo la música se une hoy a la tecnología para dialogar con un nuevo público, nacido bajo el dominio de las imágenes.
Roberto Morales estructuró su presentación en tres ejes: música, imágenes y color, creando un espectáculo inmersivo donde la audiencia fue parte del sistema creativo.
Una presentación única. Impresionaron los brazaletes electrónicos, la música inmersiva y la interacción lumínica que definieron a la obra Resonancias Sistémicas como una experiencia multisensorial.
“Tummm… silencio. Gracias”, dijo el artista, mientras los pasos se alejaban del escenario. La función había terminado, dejando una profunda resonancia en los asistentes.
DMG


