Jorge Olguín Martínez es el técnico, cuidador y guardián del Reloj Monumental de Pachuca. Se encarga todos los días de supervisar el funcionamiento de la fina maquinaria.

Recibió, este 15 de septiembre durante el 115 aniversario del monumento, un reconocimiento de parte del alcalde Jorge Reyes.

Su trabajo lo ejerce desde hace 31 años, cuando era presidente municipal Adalberto Chávez Bustos.

“HASTA MIS ÚLTIMOS DÍAS”

 Hoy, a sus 71 años de edad, dice convencido: “Aquí estaré hasta mis últimos días” cuidando el corazón del monumento.

APEGO AL MONUMENTO

No lo motiva el dinero, porque apenas gana el salario mínimo, que es de 278.80 pesos diarios, sino el amor y apego al símbolo de Pachuca, cuya maquinaria es hermana del Big Ben de Londres.

LLEGANDO ALTO

Durante más de tres décadas, no ha acumulado antigüedad laboral, aunque a partir de este año podría ser incorporado al Seguro Social junto con los demás empleados municipales.

El trabajo que desarrolla, escalando hasta la cúpula del reloj, también es peligroso.

Ha sufrido algunas caídas, además de que dirige contrapesos de 500 kilos.

LA SINCRONÍA

“Sincronía y cronometría es lo que yo manejo cada tercer día”, recalcó.

“Tengo tres hijos, Jorge, Dulce y Alan, y ellos se refieren con mucho orgullo a mí, e incluso vienen de visita al reloj con sus amigos mexicanos y extranjeros”.

DE MILAGRO

Sin tono de preocupación, dice que en alguna ocasión cayó desde una altura de 3 metros y medio. Bromea: “Yo era guapo, pero ya me desfiguré con dos caídas. Espero que no haya una tercera caída”.

En otra ocasión, un contrapeso de media tonelada se desplomó a solo unos centímetros de su cuerpo. “Afortunadamente soy protegido de Dios y no pasó a mayores, pero sí fue un susto tremendo”.

PARA 500 AÑOS

En otra ocasión, “me corté con la cuchilla y me tuvieron que suturar con 10 puntadas”.

Orgulloso, Jorge Olguín dice que la maquinaria está diseñada para durar 500 años y apenas lleva 115 años. “El mecanismo se encuentra perfectamente bien, con mantenimiento constante, lubricado y limpio”.

PAPALOTES Y CABLES

El guardián del Reloj ha enfrentado algunos imprevistos, pues alguna vez enredaron papalotes en las manecillas del reloj, y en otra ocasión cayeron cables de acero “que no sabemos de dónde llegaron”. Se precipitaron sobre el eje central de las manecillas y estuvo a punto de reventarlo, pero afortunadamente la máquina se detuvo automáticamente “para defenderse de esas cosas extrañas que le pueden dañar”.

—¿Cuánto le pagan por desempeñar esta función tan delicada?, se le preguntó.

POR SIEMPRE

“Pues tengo el salario mínimo. Esto es más honorífico que nada”. Dijo que carece de base laboral y que no tiene prestaciones, aunque el nuevo alcalde ha tramitado la incorporación de trabajadores al IMSS.

“Yo, por mi parte, pago mi seguro para la jubilación, pero eso es lo de menos; yo quiero estar aquí cuidando el reloj hasta mis últimos días”.

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