Desde muy temprano, el movimiento comenzó con calma en las casillas de Pachuca. En el Colegio Hidalgo, en Valle de San Javier, una mujer mayor y su sobrino fueron los primeros en llegar, con pasos tranquilos y miradas curiosas.

Poco a poco fueron apareciendo más personas, pero sin prisas ni filas largas. Predominaba un ambiente sereno, casi silencioso, interrumpido solo por los saludos entre vecinos que se encontraban en la jornada.

Algunas personas que acudían a las casillas comentaban que no estaban del todo informadas sobre el proceso, otras simplemente no sabían por quién votar.

En los alrededores se notaba cierta indiferencia, contrastando con la expectativa habitual de otros años, de otras elecciones.

Las calles lucían casi vacías y la mayoría de los lugares de votación compartían el mismo panorama: casillas listas, pero con pocas manos marcadas con tinta.

En otra casilla, en Pachuquilla, Mineral de la Reforma, la mayoría de los funcionarios pasaban el tiempo revisando listas o mirando sus celulares. En algunos casos, los votantes eran recibidos con sorpresa, como si su llegada fuera una excepción en la jornada.

Para las cuatro de la tarde, en pleno centro de Pachuca, el vacío era evidente. Una sola urna en uso y apenas entre 80 y 90 votos emitidos de un padrón de 400.

Las sombras crecían en las aceras mientras el día electoral avanzaba sin mayor entusiasmo. Más allá de las entrevistas políticas y los flashes de prensa, fue una jornada marcada por el ausentismo y el silencio.

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