Virgen del Socorro.Foto: Archivo AM.. Foto: Archivo AM.

Salamanca, Guanajuato.- En el corazón del centro histórico de Salamanca, el Templo de San Agustín guarda un vestigio silencioso pero elocuente de una de las anécdotas más sorprendentes de la insurgencia mexicana: el milagro de la Virgen del Socorro, también conocido como “La Bala Desviada”.

La construcción del increíble templo de San Agustín, se remonta al año de 1609, cuando agustino fray Diego de Ávila el provincial obtuvo de Felipe III la licencia necesaria para fundar 4 conventos de su orden en Michoacán. La sede de uno de esos establecimientos fue la recientemente fundada Villa de Salamanca, quien recibió a los agustinos y a su primer prior fray Juan de San Nicolás el 26 de Mayo de 1615.

Templo de San Agustín.Foto: Zona Turística

La memoria histórica relatada por el Cronista Emérito de Salamanca, Juan José Rodríguez Chávez, refiere que corría el mes de junio de 1811, en plena Guerra de Independencia, cuando las fuerzas realistas españolas irrumpieron en la entonces Villa de Salamanca, con el objetivo de capturar al célebre insurgente salmantino Albino García Ramos, conocido como “El Manco García”. 

Este hábil guerrillero, perseguido por su lucha contra el dominio español, encontró refugio dentro del Templo de San Agustín, donde fue socorrido por los Frailes Agustinos.

El insurgente fue ocultado y posteriormente guiado por un antiguo túnel subterráneo que conectaba el convento con la Hacienda de El Molinito, el cerro de La Cruz y las faldas del cerro de Palo Blanco, facilitando así su evasión.

Templo de San Agustín.Foto: Alejandro García Vizcaíno

Durante la arriesgada huida, los frailes cerraron la puerta principal del templo para impedir el ingreso de los soldados realistas. Ante la negativa, las tropas españolas decidieron utilizar su mejor cañón para derribar la entrada. Sin embargo, antes del disparo, los frailes se encomendaron fervorosamente a la Virgen del Socorro, suplicando protección divina.

Lo que ocurrió después fue interpretado como un milagro: en el momento exacto del disparo, la punta del cañón se desvió hacia arriba apenas cuatro centímetros. No obstante, esa mínima desviación resultó crucial, pues la trayectoria del proyectil se elevó proporcionalmente y terminó impactando cuatro metros arriba del objetivo.

La pesada bala de 10 kilos se incrustó en el friso del arco principal del templo, penetrando 19 centímetros en la piedra, sin lograr su cometido destructivo.

Templo de San Agustín.Foto: Alejandro García Vizcaíno

Data la historia que los soldados realistas impresionados por el resultado y la resistencia inexplicable del templo, se acercaron a la puerta y pidieron perdón a través del orificio del cerrojo, solicitando absolución por haber intentado profanar un recinto sagrado.

“El Milagro de la Bala Desviada” no solo forma parte del imaginario religioso de Salamanca, sino que también representa uno de los muchos episodios donde la historia y la fe se entrelazaron en el camino hacia la independencia de México.

Hoy, más de dos siglos después, ese impacto aún puede observarse en la fachada del Templo de San Agustín. Para los feligreses católicos este episodio es una muestra del poder de la devoción y de la protección divina atribuida a la Virgen del Socorro.

 

L.F.

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