“Cuando la mano del miedo se pose sobre mi frente y quiera tocar mi garganta seca, desharé un hechizo con agua y jabón, un zumo de limón aliviará mis oídos lacerados de tanto escuchar virus y pandemia. Me abrazaré a mi casa y en soledad haré de un libro mi mejor cobijo”.
Así se lee uno de los fragmentos del testimonio literario “Naceré mañana, diario de una pandemia”, obra de la escritora de Tulancingo Soledad Soto Yáñez.
El próximo día 27 de febrero se cumplirán cinco años de que en los Estados Unidos Mexicanos se reconoció el primer caso de COVID-19, que marcó un antes y después de la vida moderna mundial.

Para muchos la situación fue borrada de la memoria, para otros como la artista de la pluma que se inició en el mundo literario en 2006, ha dejado en papel la experiencia del encierro y la psicosis creada: “no hay prenda más valiosa que un cubrebocas de cualquier color… Ya es indispensable”.
También como sobreviviente de ese letal virus, Soledad fue recreando sus días contando su vida frente a un espejo, como su nombre, en la ventana, cuestionándose, respondiéndose entre la lectura: la escritora japonesa, y profesora de psiquiatría, Jean Shinoda Bolen dice que “formar un círculo de confianza tiene importancia espiritual, un respeto hacia los límites y poderosa capacidad de trasformar a las mujeres que lo constituyen, que esos círculos pueden acelerar el cambio de la humanidad. Que quejarse es perder el tiempo porque hay mucho que aprender”.
En su anotación de mayo 30 de 2022: “Tomé un taxi con desconfianza, pensando en la higiene del vehículo. Visualicé también la ropa del conductor. Me sorprendió su forma amable de recibirme”.
Cierra su libro con un relato de diciembre 2022 dedicado a uno de los espacios de su enseñanza artística El Foro: “Afuera algunas personas siguen murmurando sobre el COVID-19… Aquí, en El Foro, me preparo un rico café para disfrutar al artista en turno que invita a tararear una canción”.
