El reto y la obligación siguen siendo los mismos en el último lustro, más no la liga y su competencia. 

Los Diablos Rojos del México reforzaron su plantel con fichajes de primer nivel. Leones de Yucatán y Pericos de Puebla, lo intentaron. Conspiradores de Querétaro, Guerreros de Oaxaca y Olmecas de Tabasco mantuvieron una base. Piratas de Campeche y Tigres de Quintana Roo abogaron por una enésima renovación y confían en que, de una vez por todas, este año sea el de la reivindicación. 

El horizonte, hasta cierto punto, se percibe enrevesado. Las espinas están y seguirán estando. El meollo del asunto está en cómo los Bravos de León puedan revertir su suerte y se cuelen, después de cinco temporadas, a la Tierra Prometida de la Liga Mexicana de Beisbol. 

Desde el 2018.2 que los Bravos no juegan la Postemporada y desde 1990 que no la ganan. En general, desde su regreso en el 2017, los trayectos regulares han sido perdedores. Quizás, y solo quizás, el esbozo de mejoría se presentó en las dos ediciones cortas que se jugaron en 2018, donde el club terminó con un récord de 27-29 en Primavera y de 26-28 en Otoño. 

Claro está, los rivales también cuentan, pero la numerología, por ser tan negativa en los últimos años, lo hace aún más. El sendero, no cabe duda, es muy estrecho y complicado. Esto, aunque quizás no se exteriorice tal cual con las palabras, se ha convertido en una lucha de los Bravos contra los mismos Bravos. 

El beisbol es noventa por ciento mental, y la otra mitad es física”, dijo en su momento el legendario receptor de los Yankees de Nueva York, Yogi Berra. Hoy, más de tres décadas después, la frase cae como anillo al dedo en el desolador presente de la organización leonesa. 

La presión es evidente y no hay margen de error. Sin embargo, aunque muchos pensarían que sucede lo contrario, la realidad es que, dentro de lo bueno y rescatable, la lealtad de una fanaticada que pugna por rehabilitarse después de cada recaída. Y es, a esto último, a lo que deben de apegarse los peloteros que representarán a los Bravos en el 2025. 

Es indudable que cada caída constante genera nuevas heridas y profundiza muchas otras sin cicatrizar, pero es aquí cuando se mide la fortaleza de, más que un equipo, una FAMILIA. ¿Y cómo es que se puede forjar una familia? Solo con la CONTINUIDAD. Con esto, y solo con esto, el club podrá sobresalir. Y es que no existe otra fórmula con la cual pueda triunfar un proyecto. 

Entendiendo esto, los Bravos de León lucharán ante sus propios fantasmas y deberán superarlos. Claro que habrá baches en el camino, pero es allí donde entra el compañerismo y la empatía como parte de un bastión emocional. 

¿Qué pasará? Eso solo queda en las manos de los propios peloteros y, sobre todo, y en mayor medida, de la dirigencia, que deberá sopesar los malos momentos que se atraviesan, naturalmente, en un proceso. 

El bateo se muestra poderoso y el pitcheo, aunque en menor medida, pero se ve con una clara mejoría en su solidez para la LMB 2025. 

Veremos si los Bravos, combatientes por naturaleza, pueden romper su propio patrón para, con ello, devolverle a su leal afición la alegría de ver a su equipo en lo más competitivo del circuito, y no navegando en la soez incertidumbre del sótano. 

-El Dugout del Gabo.

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