Irapuato.- El estadio Sergio León Chávez fue testigo de un encuentro entre Leyendas del Guadalajara y Leyendas del América.
Jugadores que pertenecieron a la Primera División de ambos clubes se vieron las caras ante miles de fanáticos que acudieron para ver a sus ídolos.
El juego estaba pactado para las 8:00 de la noche, pero desde horas antes, los fanáticos llenaron de los colores del Chivas y de las Águilas los alrededores del estadio Sergio León Chávez. Acercándose la hora del espectáculo, las filas fueron creciendo y poco a poco fueron llenando las butacas del estadio.
Con un estadio al aproximadamente 80% de su capacidad, el árbitro central silbó para iniciar con el partido de leyendas casi veinte minutos después de la hora acordada.
La pelea por el balón era ardua entre ambos equipos, sin embargo, la mayor parte del juego fue el Guadalajara quien tuvo en su poder el balón, sobre todo, la defensa de Héctor Reynoso para el equipo tapatío fue vital durante el primer tiempo para evitar que las Águilas anotaran, sin mencionar que los dos porteros hicieron lo suyo para impedir el paso del balón más allá de sus manos.
Durante el primer tiempo ninguno de los equipos logró anotar, pero en la tribuna los aficionados eran quienes ponían el ambiente con discusiones entre ellos por apoyar a equipos contrarios, las olas del público y los gritos y suspiros cada que alguna de las escuadras estaba a punto de anotar un gol.
Al llegar el medio tiempo algunos jugadores en lugar de ir directo a los vestidores se dieron un par de minutos para acercarse a sus fanáticos y firmar autógrafos.
Para la segunda mitad fue más de lo mismo, una interminable pelea por el esférico, peligrosos acercamientos para las dos porterías, pero el gol no llegaba.
A mitad del segundo tiempo entró el ex jugador de la Trinca Ariel Gonzalez, El Apache, con el número once y en la delantera, pero aún envuelto entre gritos de apoyo y otros de abucheo el también ex americanista no logró anotar.
Finalmente el partido quedó con un cero a cero en el marcador y a pesar de que en el estadio exigían una ronda de penales, los jugadores tuvieron que correr a los vestidores, pues hubo otros aficionados que decidieron invadir la cancha con la ilusión de tener una foto o un autógrafo con su jugador favorito.