El uruguayo Juan Eduardo Hohberg acarició la gloria en el campo y ahí mismo estuvo a punto de pasar a la eternidad& literalmente.
Se trata de una de las anécdotas más curiosas en la historia del futbol, cuando Hohberg murió en el campo durante unos segundos, resucitó y tuvo fuerza para regresar a terminar el partido mundialista.
Todo por el Mundial
Se jugaba el Campeonato Mundial de Suiza 1954. Juan Eduardo Hohberg era parte de la selección de Uruguay que defendía la corona ganada cuatro años antes, en Brasil.

En la ronda de semifinales, Uruguay se enfrentó a la mítica Hungría de Ferenk Puskas, con Alemania esperando en la final.
Los húngaros se adelantaron 2-0 y parecieron encaminarse a la final, pero Uruguay reaccionó justo de la mano de Hohberg, quien hizo el 2-1 restando 15 minutos.
Una celebración casi mortal
Tras una incesante presión charrúa, el propio Juan Eduardo Hohberg marcó el empate, ya muy cerca del final, lo que desató la celebración dentro y fuera del campo.
Los compañeros de Hohberg lo tiraron al césped, lo abrazaron y, literalmente, lo oprimieron hasta matarlo.
Cuando la montaña humana se despejó, Hohberg quedó tendido, inconsciente. Sus compañeros trataron de reanimarlo, pero fue necesaria la llegada de los médicos.

Ojo que se habla de otro futbol, de otra ciencia médica en torno al deporte. Ni hablar de un desfibrilador como el usado en el reciente verano con el danés Christian Eriksen en la Eurocopa o de tener una ambulancia a unos metros del campo.
El último recurso
Lo más que pudieron hacer los masajistas uruguayos, luego auxiliados por un médico local, fue tratar de animar a Hohberg con masaje cardiaco. El último recurso fue inyectarle Coramina, un estimulante ya en desuso pero entonces acostumbrado para provocar una reacción inmediata.

Los uruguayos contaron luego que en total, pasaron 14 segundos en los que Hohberg no tuvo signos vitales.
Vuelve para jugar
Hohberg reaccionó y poco a poco se dio cuenta de lo que había pasado y, en especial, de lo que faltaba por suceder.
Y es que en aquel Mundial aún no se aprobaban las sustituciones en el futbol, por lo que si un equipo perdía algún jugador por lesión, debía terminar el juego en inferioridad.
Así, Juan Eduardo Hohberg se recuperó lo mejor posible y estuvo listo para jugar los tiempos extras, aunque su Uruguay terminó por caer 4-2 ante los húngaros, que luego perderían la final de aquel Mundial.
