CDMX.- Hoy cumple medio siglo el Partido del Siglo.

Lo disputaron italianos y alemanes, pero México y los mexicanos lo hicieron suyo

Porque se jugó en el Estadio Azteca, porque lo vigiló el árbitro naturalizado mexicano Arturo Yamazaki, porque fue en el Mundial de México 70.

Hay juegos que no son finales y son recordados para siempre. Es el caso de esta antesala al partido por el título en el Mundial azteca. 

Alemania llegó a la cita después de una dura batalla contra Inglaterra aquí en León y en el coloso nacional era apoyado por las cien mil almas presentes pues Italia había avanzado a semifinales goleando al Tri en Toluca

Ocho minutos apenas y Sepp Maier enconaba el rostro con el gol de Boninsegna para los Azurri que sacaron toda la casta, tradición e historia italiana para defender el tanto y el pase a la final.

Franz Beckenbauer comandaba a una Alemania que se cansó de atacar y también de fallar.

Transcurridos los 90 minutos, la reposición en marcha y el catenaccio prevaleciendo, se produjo esa jugada milagrosa en la que de la nada, el defensa alemán Karl-Heinz Schnellinger, apareció dentro del área y empujó una pelota perdida. 

¿Qué hacías ahí en ese momento?, se le preguntó después al teutón, “me dirigía ya al vestidor”, respondió el “Volskwagen” en una broma que sonó a seriedad alemana.

Tiempo extra y la algarabía total en el Azteca, aunque nada comparado con lo que vino después, que fue simple y sencillamente espectacular: cinco goles en 30 minutos.

Acostumbrado a renacer de sus heridas, Alemania anotó primero por la vía de Gerd Müller, pero enfrente se tenía a un equipo italiano tenaz que aprovechó las condiciones de batalla en la que estaban sus rivales.

Overath sufría cada vez que tomaba aire; Seeler rengueaba sobre el césped y por una dura entrada, el káiser Beckenbauer jugaba con la clavícula quebrada y una venda que le atravesaba el pecho. 

Así la escuadra azurra le dio la vuelta con goles de Burgnich y Luigi Riva

Pero bien sabemos que a los alemanes los debes aniquilar dos, tres y cuatro veces para derrotarlos. Cuando restaban diez minutos de la prórroga, apareció el Bombardero otra vez y Müller empataba tras error en defensa de Gianni Rivera.

Igualada a tres en el marcador y el olor de los penaltis se impregnaba en el Azteca.

Pero si Rivera había sido villano, el futbol le dio revancha un minuto después, pues a pase de Boninsegna marcaba su redención y el gol del triunfo italiano por 4 a 3. 

Yamasaki silbó el final y la historia de este duelo quedó grabada para siempre. 

Italia y Alemania, dos monstruos del futbol, no ganaron ese mundial, pero sí el reconocimiento de todos los amantes al futbol que recuerdan una y otra vez el Partido del Siglo.

 

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