León.- Hay futbolistas cuyas virtudes están en entregar el alma y meter la pierna. Así se recuerda a Gil Loza.
Don Gil partió al futbol celestial y en las canchas de ese lugar se encontrará con su hermano Efraín, quien falleciera hace tres años y con quien formó una dupla formidable en la zaga central de la Fiera sesentera.
Complemento perfecto
Difícilmente se puede encontrar en el futbol un caso como este: dos hermanos en un equipo, vigilando la misma zona de juego, complementando sus estilos para defender y compartiendo un apodo, el de “Los Hermanos Muerte”.
Efraín era el calculador, el pensante, el líder, el capitán. Gil ponía el pundonor, la resistencia y metía la pierna cual cabal y duro defensor de antaño. Una pareja así no podía pasar por desapercibida para la perspicacia de un cronista como Ángel Fernández, quien los bautizó.
Dicen los cánones que para ganar títulos primero se necesita levantar un firme muro defensivo. De esta forma lo hizo el León en aquel equipo mexicanizado que se convirtió en el primer campeón en la historia del estadio Azteca al ganar la Copa en 1966.
En aquella inolvidable final, una Fiera estoica soportó los embates de la maquinaria de toque y goles que tenía Chivas. Efraín y Gil, junto a Marcos Gallardo, Roberto López, Arnulfo Cardona, “Pachuco” López, “Chavicos” Enríquez, Olegario Montalvo, Carlos Barajas, Gabriel Mata, “Pajara” Fuentes, Luis Estrada y “Xelajú” Anaya, escribieron sus nombres en las páginas de la gloria esmeralda tras ese triunfo.
Prácticamente fue una década en la que Efraín y Gil defendieron los colores del León. Ambos, persistentes como pocos, casi nunca se perdieron una cita en el césped y superaron la barrera de los 200 juegos sudando la playera esmeralda. Habían quedado cerca de alzar la Copa de la 65-66 antes de ganarla y cayeron de cara al sol en el Campeón de Campeones contra Toluca.
Indispensables
Los mejores pasajes en la historia esmeralda han sido labrados en el sostén de tener parejas a las que también les hubiera quedado el mote de “Hermanos Muerte”, con las mismas características de liderazgo, firmeza, constancia e inteligencia.
Como la de Battaglia y el “Capi” Montemayor y la de Gerónimo Diflorio y Constantino Perales en los primeros logros de la Fiera a nivel nacional.
O las que formó la personalidad de Rafael Albretch con “Chiquilín” Ortega y con “Cuirio” Santoyo en las copas de las primeras temporadas de los setenta y años adelante, la de Batocletti y Daniel Razo, dupla llena de garra y técnica a la que solo le faltó un título.
Asimismo, lo que hicieron Edgardo Fuentes y Carlos Turrubiates como centrales recurrentes en la quinta estrella es de elogiarse, mientras en la época reciente, el escudo que formaron Rafa Márquez y Nacho González que se combinaron en defensa para saborear el bicampeonato.
La fórmula está clara pues no solo de goles vive un equipo, es importante también contar con un par de “hermanos muerte”.
Descanse en paz, Gil Loza.
Twitter @geraslugo
