Juan Manuel González relata su vida en San Juan de Dios. Foto: Leopoldo Medina

León, Gto.- Juan Manuel González Juárez nació hace 73 años en San Juan de Dios, en la calle Guillermo Prieto #324. Regresó a su querido barrio; hoy vive en la colonia Santa Julia. La emoción y el recuerdo lo invadieron durante el Festival de Identidades Leonesas en su terruño.

Participó entusiastamente para hacerse acreedor a un libro de los ganadores de Literatura del concurso estatal. El precio era dar información sobre la historia y los personajes del barrio de San Juan de Dios.

Lo primero que dijo fue que, en el interior del templo, se festejaba a San Rafael, algo “ilógico”, pero cierto, y que lo llenó de desbordante alegría. También habló de cómo ha cambiado el Jardín de San Juan de Dios: “Ya no existe el atrio”, que él llamaba barda.

A González le duele haberse ido de su barrio: “Viví mis momentos más felices aquí. Vengo periódicamente a esta zona y todavía encuentro amigos de antaño; nos ponemos a platicar de lo que no pasó y sigue vivo en nuestros recuerdos y en el corazón”.

Feliz Juan Manuel con su premio. Foto: Leopoldo Medina

Entre sus recuerdos están sus estudios: “Hice la primaria en la Escuela del Panteón, luego con el padre Rodolfo Sánchez. La secundaria en la fábrica”.

Otro hecho que viene a su memoria: “Cuando tenía entre 10 y 11 años, junto con la palomilla, nos íbamos a jugar a los solares de las casas; esas eran nuestras canchas”.

Siempre fue trabajador: de pequeño vendió periódicos locales —Sol, Heraldo y Noticias—, lo importante era ganarse unos centavos. También fue sacador de botes de basura por el rumbo del Carro Verde: “Me daban un peso, si acaso; es lo que recuerdo”.

Su actividad formal fue como pespuntador en Calzado Coqueta, donde fue encargado por 13 años. También trabajó en Donkey y Dinky. Tras su jubilación, emprendió su negocio de mariscos con el nombre de Sol y Mar, en León Moderno: “Fue en la calle Ricardo Palmerín, que es el nombre de un compositor. Yo abandoné mi casa hasta que me casé… -reflexiona-, sí, fue en ese tiempo”.

Del Catrín y otros espantos

Su casa de Guillermo Prieto la tiene muy presente. Cuenta que en su rumbo, donde aún está la Unión de Campesinos, un hermano se encontró “unas monedas, quizás eran de oro”. Recuerda la carreta, presuntamente con la que sacaban el tesoro de esa propiedad.

Dice que en su vivienda de Guillermo Prieto los atacaban con piedras: “Mi padre buscó enfrentarlos, pero jamás vio a nadie, pese a que los buscó ubicándose por la dirección de los ataques”.

Expresó añoranza por su barrio durante el Festival de Identidades Leonesas. Foto: Leopoldo Medina

La leyenda del Catrín de San Juan de Dios es verídica: “Yo no lo vi, pero sí lo escuché cerquita. Venía medio tomado y como ya no podía manejar, me paré. Me regalaron vino y cocas. Aquí, en este jardín, recuerdo que me tomé una cuba. Luego oí que me hablaba; yo creí que me había llegado la cruda. Volví a tomarme otra. Escuché un grito que decía: ‘ay… ay’. No lo pensé y me fui para mi casa”.

Sobre esta leyenda, se ha difundido que era un muchacho bien vestido al que dejaron plantado a las puertas del templo y que se suicidó. Otros señalan que el Catrín aún anda por este jardín y recomiendan a las mujeres cuidarse.

Recuerda a don Marcos

Quien inició la venta de nieves fue don Marcos —dice—; se ponía con una mesita allá en el fondo.

De curas, no recuerda: “De chavo venía a misa, pero nunca me dio por ser monaguillo”.

De amigos, rememora a De Zenea, el de los rótulos; a sus amigos panaderos y a otros que por ahí andan.

Lo que no se ha ido de Juan Manuel González son sus bellos recuerdos de su barrio de San Juan de Dios. ¡Se vale llorar!

DMG

 

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