SUENA MUY cuesta arriba eso de que Andrés Manuel López Beltrán no tramitó un amparo contra la FGR, ni sabe quién lo hizo y tampoco tiene idea de quién tuvo la personalidad jurídica para hacerlo. ¡Ajá!

ASÍ HAYA SIDO el Espíritu Santo el que solicitó el amparo de la justicia, la realidad es que ese recurso jurídico le viene de maravillas a “Andy” y a su hermano Gonzalo, mejor conocido como “Bobby”. 

PORQUE, así como no queriendo la cosa, ese “amparo buscador”, como se le conoce en la jerga jurídica, les sirve a los hijos de AMLO para saber si la FGR los trae o no en la mira. Pero el que nada debe, nada teme ni tramita amparos… ¿O cómo era?

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¡VAYA! Ni pidiéndolo por Amazon habría llegado tan rápido desde Paraguay el prófugo morenista Hernán Bermúdez Requena. Se nota que Omar García Harfuch movió todos sus hilos para convencer al gobierno de aquel país de que le diera fast track a la petición de México.

ESO EXPLICA que las autoridades paraguayas optaran por expulsar al exsecretario de Seguridad de Tabasco, en lugar de correr el proceso normal de extradición. Ese caminito se lo saben bien en la 4T, pues es como México ha ofrendado dos cargamentos de delincuentes a Donald Trump: nada de extradiciones, se les expulsa en caliente.

AHORA EL QUE debe estar helado es el senador Adán Augusto López, pues si su colaborador empieza a soltar la sopa de sus complicidades con la banda de “La Barredora”, es muy probable que lo salpique a él.

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CUALQUIER PARECIDO con lo que pasa en México probablemente no sea coincidencia. Resulta que en Estados Unidos al gobierno de Donald Trump no le basta con tener todo el poder: también quiere silenciar a cualquiera que no sea su incondicional.
LUEGO DEL ASESINATO del activista Charlie Kirk, el equipo de la Casa Blanca está preparando una ofensiva para acallar a la oposición política y a los críticos del régimen. El objetivo es censurar la libre expresión, calificándola de “discurso de odio” aunque no le pongan “dato protegido” u obliguen a los críticos a hincarse frente a senadores “ofendidos”.

PERO AHÍ no acaba la cosa: la guerra contra la oposición incluye también acosar financieramente (¡hola, UIF!) a grupos civiles como Open Society y a medios de comunicación, como evidencian las absurdas demandas por 15 mil millones de dólares contra el New York Times y por 20 mil millones contra el Wall Street Journal. 

EL COLMO del asunto es que para el gobierno de Trump, si lo dicen sus seguidores, es libertad de expresión. Pero si lo dicen los opositores, ¡es discurso de odio! ¿Les suena conocido?

 

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