La política social, dice la literatura especializada, es el conjunto de acciones, instrumentos y regulaciones que realiza el Estado (en este caso, el del gobierno del estado de Guanajuato) para garantizar el bienestar social de las personas, reducir la desigualdad y asegurar que el desarrollo beneficie a toda la sociedad. Esto es, que su objetivo principal, es satisfacer las necesidades básicas, proveer bienes y servicios públicos y corregir las brechas sociales para que todos los miembros de una comunidad tengan igualdad de oportunidades y un mejor nivel de vida.

Ésta, la política social, depende en general, del programa de gobierno que emana de la plataforma política de los partidos políticos. En Guanajuato, la política social de los gobiernos panistas, se ha enfocado a crear capacidades en los grupos organizados y OSC (organizaciones de la sociedad civil) como agentes clave en la reconstrucción de tejidos sociales y no en la estrategia de apoyos directos a los beneficiarios. Si nos vamos al número de asociaciones civiles que tenemos en Guanajuato, es todavía bajo en comparación con estados como Ciudad de México, Jalisco o Nuevo León, por lo que incrementar el número de OSC es un desafío, así como a cultura de filantropías para que empresas y quienes más tienen, compartan más la riqueza, pues en su origen, el sistema económico, no lo provoca.

Desde hace tres décadas, he sido observador de la política social del terruño, a través de estudiar documentos y de trabajar en campo junto a quienes menos tienen. Charlando con amigos entrañables como Luis Fernández Godard quien hace poco voló al viento, vi la creación de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano y la promulgación de la Ley de Desarrollo Social en 2006, cuando presidía su Consejo Regional y aquí escribí sobre “Impulso Social” (2016), “Impulso 2.0” (2018) y, más recientemente, sobre “GTO Contigo Sí” y “Contigo Siempre Mujer” (en los años de la pandemia), resaltando lo positivo y lo negativo. Ahora revisé la “Estrategia Social de Nuestra Gente”, y me gustó la idea de ir más allá de modelos de atención fragmentados y buscar claramente una política social integral, con una presencia directa en las calles y centrada fundamentalmente en la gente.

Esto veo que cambia el enfoque que veía yo antes: la ciudadanía era convocar a las élites y a la “ciudadanía” y ahora veo en la narrativa, el enfoque a las mayorías, a la gente. Veo un diagnóstico social que no duda incluir conceptos como “justicia”, “brechas de pobreza”, “exclusión”, antes fuera de programas gubernamentales estatales. Y es un punto de partida bueno, reconocer que las mayorías están antes que las minorías; que sí hay un sistema económico que excluye. Que hay que cambiar estrategias y no solo mejorarlas. A pesar de los avances reportados, el INEGI con los resultados publicados en agosto y de que una parte significativa de la población guanajuatense aún vive en condiciones de desigualdad social y económica que limitan el ejercicio de sus derechos, hay buenos avances.

En los documentos se ve a la pobreza como algo estructural y no algo que se debe “atender”. Hay desafíos estructurales en rezago educativo (22.8 % de la población), informalidad laboral (55 %), la brecha de ingresos de género (los hombres ganan en promedio 1.6 veces más que las mujeres) y una enorme percepción de inseguridad. La base del concepto de “Gobierno de la Gente”, pareciera que se distancia del discurso tradicional del PAN, pues pone en medio a las mayorías, al pueblo,  planteando la cercanía, la escucha activa y la creación de soluciones con la gente.

Plantean una estrategia basada en la Teoría del Cambio (TdC) como marco metodológico, reconociendo como problema de origen la desigualdad social y económica; tiene como “palancas de cambio” la inversión en acciones en cuidados, salud, educación, vivienda, ingreso y cohesión social. Plantea resultados inmediatos como incremento de acceso en salud y educación, viviendas adecuadas, ingresos fortalecidos (especialmente para mujeres) y una mayor participación social, con el desarrollo de las capacidades sociales, reduciendo brechas de desigualdad y la reconstrucción del tejido social. Sobre esto debatiremos el miércoles en el “Foro de expertos en política social”, al que inmerecidamente fui invitado.

 

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