Los pueblos indígenas conforman más de 5.000 grupos distintos en unos 90 países. Están constituidos por 476 millones de personas aproximadamente, es decir, más del 5% de la población mundial y, sin embargo, se encuentran entre las poblaciones más desfavorecidas y vulnerables representando el 15 por ciento de los más pobres.

Estos pueblos están amenazados por factores como el desarrollo de la agricultura, la minería, el turismo. Uno de los mayores riesgos es la exposición a enfermedades externas frente a las que no están inmunizados.

México alberga actualmente 68 pueblos originarios y más de 364 variantes lingüísticas. Esta diversidad no solo refleja una herencia milenaria, sino que es la base misma de la identidad nacional, visible en tradiciones, gastronomía, arte, música y festividades. Son importantes porque practican culturas y formas únicas y valiosas de relacionarse con su entorno, y retienen rasgos sociales, culturales y políticos que son muy diferentes a la sociedad globalizada.

Hace más de 30 años, alrededor del mundo se celebra el 09 de agosto la importancia de los pueblos indígenas, reconociendo su legado ancestral para fomentar la preservación de las diversas culturas, lenguas, derechos y su importante papel en la preservación del medio ambiente. Además, su conmemoración internacional es una oportunidad para reconocer la importancia de proteger sus tradiciones, derechos y territorios, y crear conciencia de los retos que enfrentan en la actualidad.

El lema de la conmemoración de este año busca enfatizar la búsqueda por soluciones para diversas problemáticas de las que lastimosamente, estas comunidades han sido vulnerables en la era moderna. La más importante: la protección de sus derechos. “Defendiendo sus derechos de cara al futuro”

La soberanía de datos, la innovación con base cultural y la participación justa de estos pueblos son elementos clave para construir un futuro que respete la diversidad y la autodeterminación, asegurando que ninguna comunidad quede atrás.

Los pueblos indígenas no sólo son el legado del pasado, sino que, en realidad, son inspiración para las siguientes generaciones por sus valores, riqueza cultural y relación con el entorno; siendo su papel en el cuidado del medio ambiente indispensable para un futuro sostenible.

Las lenguas indígenas no son meras herramientas de comunicación, sino vehículos de pensamiento, cosmovisión y cultura. Revalorarlas y defenderlas es mantener viva la identidad ancestral. Las culturas originarias de México comparten una relación profunda con la naturaleza y la Tierra como madre. Esta espiritualidad se expresa en rituales de siembra, ceremonias y formas de vida sincronizadas con los ciclos naturales.

El conocimiento tradicional, tanto en medicina como en técnicas agrícolas sostenibles, representa una sabiduría acumulada a lo largo de generaciones. Contribuye a la resiliencia de las comunidades y al bienestar colectivo.

La cultura indígena ha sobrevivido a siglos de colonización, discriminación y exclusión. Hoy, gracias a movimientos sociales y reformas constitucionales, los pueblos originarios han ganado reconocimiento como sujetos de derechos y actores fundamentales del desarrollo nacional.

Sentir orgullo por pertenecer a un pueblo originario es reconocer y honrar una herencia que atraviesa siglos, una cultura que pervive y aporta sentido al presente. Es afirmarse como parte de una identidad viva, digna y resiliente, con valor propio y con el poder de influir en el futuro.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

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