“Por el rescate de la soberanía”.
Lema de la paraestatal
Pemex reporta ganancias de 59 mil 521 millones de pesos en el segundo trimestre del año y rompe una racha de enormes pérdidas de 780 mil millones durante el 2024. Sin duda es un respiro para la empresa más endeudada de México y la petrolera con más pasivos del mundo.
El Gobierno federal emite bonos de hasta 10 mil millones para aliviar su operación, para enfrentar sus deudas. Hay mil versiones sobre el estado real del negocio. Los proveedores dicen tener pendientes de pago más de 400 mil millones de pesos. Hay otras versiones -no comprobadas- que mencionan una deuda superior porque no está registrada en libros, solo anotada en papeles de remisión.
Lo cierto es que algunos proveedores norteamericanos, a quienes se les adeudan 1,200 millones de dólares, están a punto de demandar. Sin duda son métodos de presión para recuperar cuentas que tienen más de un año de antigüedad. Una buena noticia es que la deuda en moneda extranjera, en bonos, bajó de los 105 mil millones de dólares que tenía a unos 98 mil mdd.
Pemex podría salir adelante si le quitamos su lema, su “leitmotiv” o motivo conductor, escrito para hacer creer que su existencia nos da soberanía nacional. México importa el 60 % de la gasolina que consumimos; el 74 % del gas, tanto para uso doméstico como para producir energía en la industria y en la CFE. Nuestra “soberanía” se acaba en solo un día si a Estados Unidos se le ocurre detener el flujo de energía. No lo harán porque no les conviene, pero la dependencia está ahí.
El no soberano Pemex necesita un rescate. Hundido en deudas y baja productividad; agujereado por el huachicol durante el sexenio pasado, la empresa necesita que nuestros gobernantes la dejen ser eso, una empresa y no un instrumento de poder, que ya no lo es.
En mayo se anunció que Pemex operará con empresas privadas contratos de riesgo. Hay pozos que no producen o regiones con potencial, pero, como está muy endeudada, lo mejor es pedir a otros que extraigan y compartan la ganancia. Se entregan contratos a empresas como Carso que promete invertir 5 mil millones de dólares en el campo Ixachi, según la publicación especializada “Energía Hoy”.
En el reporte del segundo trimestre, Pemex tiene la consigna de reducir costos. El problema es que saca la motosierra con los empleados no sindicalizados y no toca la improductividad de sus refinerías que cuestan más de lo que producen. La realidad hará que haya un ajuste en todos los segmentos y una lucha permanente para evitar fugas, algo que ha pesado desde hace décadas.
¿Qué haría Exxon o Shell si mañana compraran la paraestatal? Como dijo Donald Trump: “drill, baby, drill” o “perforar, baby, perforar”. El negocio no está en refinar. Cada peso gastado en Dos Bocas hubiera dejado diez veces más si se hubiera invertido en obtener petróleo y gas de esquisto en el norte del país. Pero ese es un tabú. Increíble que en Texas produzcan 6 millones de barriles diarios de los cuales 4 millones son por fracturación hidráulica o “fracking”, y aquí sólo vemos cómo lo hacen desde nuestra frontera.
Mucho de lo que no hacemos es por miedo, prejuicio o ideas obsoletas. La riqueza está ahí, en el subsuelo. A nadie le sirve si no la sacamos, con o sin ayuda de otros. De eso se trataba la reforma de Peña Nieto.
