Es inevitable que nuestra querida Presa del Palote se quede sin agua. Es triste, nadie lo quiere, pero es una realidad; solo conociendo el comportamiento de la cuenca, es como se puede llegar a esta conclusión. Impartí por décadas, el curso de Modelamiento de Sistemas Ambientales en los posgrados en medio ambiente (donde se puede recurrir a software como Modflow, Matlab o HSPF). El Palote, a cuyo alrededor se creó el Parque Metropolitano, tiene una cuenca hidrológica que le escurre agua desde el norte, y ésta se encuentra dentro de la región hidrológica Lerma Santiago, cuyas aguas pasan por el Malecón y se van a Chapala, fluyendo después hacia el Océano Pacífico. Pero de quien más aprendí más a entenderla, fue de don Jorge Arena y por ello la creación hace 25 años, de Agua y Bosque AC. para la restauración del ecosistema de la Sierra de Lobos, donde inicia el ciclo del agua.

El año pasado, se generó un buen debate social sobre las causas de que el Palote se secara; me dijo un querido amigo, David, que mi artículo sobre las causas, se usó en el debate parlamentario en el Congreso. El asunto al final, como lo escribía, es que la causa está en la reducción de las lluvias (el bajo coeficiente de escurrimiento medio anual de la cuenca del Palote según la NOM011), pero, sobre todo, está en el cambio del uso de suelo (fraccionamientos) y no en los bordos de la sierra. Es decir, llueve menos y hay menor superficie de infiltración al subsuelo en la zona cercana al Palote. Sería difícil evitar más fraccionamientos que disminuyen la dinámica del flujo de agua que contribuye a los niveles de la presa, pues el escurrimiento superficial es el componente fundamental del ciclo hidrológico a través de cauces como arroyos y ríos en respuesta a la precipitación. En mi anterior artículo mencioné a las microcuencas que forman corrientes de agua provenientes de las partes altas (casi 400 metros de desnivel).

¿Quién tiene entonces la culpa de que se seque el Palote? ¿Los bordos aguas arriba? ¿Los fraccionamientos blancos construidos sobre la cuenca hidrológica? Los bordos han aumentado en número, lo constato, pero están semi secos y aportan menos del 2%. Pero los fraccionamientos sí han crecido hasta tener ya la cuarta parte del área de escurrimiento natural del Palote y sus áreas de concreto en casas y vialidades evitan la infiltración y calculando la superficie, disminuyen ya alrededor del 15% del aporte al Palote. Además, los “periodos de retorno” de las lluvias ya no se cumplen (cuando trabajaba en los modelos matemáticos de las cuencas de CFE y estudiando décadas de periodos de lluvia en los sistemas hidroeléctricos, ya se comprobaba el efecto del cambio climático) y nuestro último año “húmedo” fue el 2018.

Tendríamos que mejorar la gestión del agua en la cuenca (la variabilidad climática está cañón), reforestar en la Sierra de Lobos, controlar la erosión, construir infraestructura hídrica para infiltrar y reducir los cambios en el uso del suelo (con todas sus letras, obligar a fraccionamientos a reciclar agua y a infiltrar la de lluvia). No quiero aburrirles queridos lectores, pero hay demasiados intereses económicos y los Consejos decisivos de la ciudad en cuestiones de agua y planeación, están controlados desde siempre, por los más ricos.

Nuestro Palote aporta poco a nuestra sed, y aunque es la única fuente de aprovechamiento de agua superficial para la ciudad, representa apenas el 1% de la producción anual de SAPAL. Si rastreamos los registros de la estación meteorológica El Palote, se observa una significativa disminución de casi el 50 % en las precipitaciones del año 2020 a 2024. Pero si SAPAL aumenta el aprovechamiento del agua para potabilizar (como ha sucedido en los últimos 5 años por la sequía) y disminuye la precipitación pluvial, el lago inevitablemente se secará, por más rezos que elevemos al cielo). No hay de otra. La lluvia ha disminuido en los últimos años de promedios de 700 mm anuales a menos de 250. En la Sierra de Lobos, en la estación Guanajuatito, tenemos menos de 300. El Palote desfoga al 85% (la última vez fue hace 5 años con 45 millones de m3) y se deja de extraer al 40%. Son 10 millones de metros cúbicos su capacidad. La sequía del 2023 fue terrible y mostró una tremenda reducción de la precipitación, es decir, la lluvia ya no repone al agua extraída (y evaporada), por lo que el llenado de la presa llevaría más tiempo del esperado por la escasez de lluvia; calculo que en 7 años con un año “húmedo” se volvería a llenar.

Se acaban las generaciones que vimos llena la Presa. Lo mismo, se van personajes como Eliseo Martínez, que trabajaron en constituir el Patronato del Parque y tendremos que acostumbrarnos a verla semi seca, aún con la promesa de que se incrementaría parcialmente el nivel con agua tratada, donde tendríamos que hacer una enorme labor para que la ciudadanía confíe en la calidad del agua de las líneas “moradas” y evite llamarle la “cacopresa”. No será fácil y perderemos el valor intangible de un hermoso lago que aumentaba la plusvalía de los edificios altos de la zona privilegiada del norte.

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