A un año de gobierno, ya va quedando claro cómo pinta el sexenio.
Y siendo optimistas, pinta de regular para abajo.
Porque en realidad pinta pésimo para transformar a México para bien.
Porque para mí no cabe duda de cuál es el pecado capital del gobierno de Claudia Sheinbaum.
Tómate un momento y piénsalo para ver si coincidimos.
¿List@?
Redoble de tambor.
Para mí, el pecado original es que sus políticas apachurran al crecimiento económico.
Apachurran al objetivo primordial para un país como México.
Hace poco más de un año precisamente te ilustré aquí este punto con una comparación odiosa y muuuy valiosa: Corea del Sur vs. México.
En 1961, el PIB per cápita (PIBpC) de México era 4 veces superior al de Corea del Sur (4,270 dólares por persona vs. 1,070, según tradingeconomics.com).
¿Y en 2022?
Sudcorea tuvo un PIBpC tres veces superior al de México: ¡33,719 vs. 10,077 dólares por persona!
Imagina, si México hubiera crecido por 61 años seguiditos a la misma tasa anual que creció Corea del Sur (5.8% vs. nuestro 1.8%), el PIBpC mexicano en 2022 habría sido de 134,500 dólares, ¡75% más que EU!
De ese tamaño es la tragedia y la oportunidad perdida.
México sería hoy potencia mundial.
Ah, y que no se me olvide, falta el vecino: el PIB per cápita de Corea del Norte en el año 2022 fue de. ¡$1,116 dólares por persona!
Es decir, comparado a sus primos, los Norcoreanos no crecieron absolutamente nada: 61 años estancados.
¿Por qué es tan importante el crecimiento?
Porque potencia todo.
Para crecer al 5.8% anual promedio por 6 décadas, un país debe de transformarse. Debe transformar su infraestructura. Debe transformar su capacidad de generación de energía. Debe transformar su sistema educativo. Debe transformar su sistema de salud. Debe transformar sus regulaciones y trámites. Debe transformar su sistema de justicia. Debe transformar la calidad de sus gobiernos y gobernantes.
Debe transformar todo.
De otra forma, no se puede crecer sostenidamente a altas tasas.
¿Y qué hace Claudia?
Antes que nada, reconozco algunos de sus logros. Reconozco que se hayan acabado los abrazos a los criminales. Reconozco una política menos estridente y polarizadora (al menos en apariencia). Reconozco un manejo práctico del bebé más peligroso del planeta (Mr. Orange). Y reconozco que tiene una actitud de escuchar, aparenta apertura.
Pero su pecado capital es apachurrar al potencial de crecimiento:
- Someter al sistema judicial con una reforma mentirosa que impactará a la seguridad jurídica de la inversión privada.
- Acabar con órganos independientes y contrapesos.
- Planear una reforma electoral para aniquilar a la oposición.
- Insistir en rescatar a Pemex sin volverla eficiente (relee “Pemex fallida”).
- Privilegiar la generación eléctrica de CFE ante la evidencia de que el gobierno no puede sólo.
- Malgastar el dinero público en proyectos faraónicos (relee “Los trenes de Claudia”).
- Creer que la inversión privada se dará con planes bonitos y buena actitud (te apuesto que al rato va a acusar a la IP de poco patriótica).
Todo esto limita el crecimiento.
Recordemos que en el sexenio de AMLO el PIB creció a un raquítico 0.8% anual. Como referencia, en ese mismo período, EU creció al 2%. Ah, y en el sexenio del anticristo (Peña) crecimos 2.2% por año.
Claudia presume que México crecerá en 2025. Pues sí, Presidenta. pero el promedio de la encuesta de Banxico pronostica. ¡un alza del 0.5%!
Sí, leíste bien: 0.5% anual.
Es un inicio terrible de sexenio.
Ese es su pecado capital: apachurrar el crecimiento.
Por supuesto que crecer mucho no resuelve todo. Para nada. Permanece el tema de la desigualdad. Pero primero, es preferible resolver esos problemas con un PIB per cápita de 36,000 (Corea) dólares que con uno de $14,000 (México). Y segundo, insisto: un país que crece a altas tasas sostenidamente a fuerzas se transforma para bien.
Doctora, no nos confundamos: el crecimiento económico es la asignatura principal.
Urge cambiar la mira. Urge recapacitar.
Aún hay tiempo.
En pocas palabras.
“El crecimiento no se da por casualidad”.
J.C. Penney.
X: jorgemelendez
