El PAN cambió su logo en busca de una modernización, de una nueva imagen ante el reto de permanecer irrelevante. El diseño se basa en el movimiento de una derecha que gira.
Acompañada de la renovación de imagen, viene una apertura total a la ciudadanía. El partido, que se convirtió en un club privado, en una mafia de cúpulas burocráticas, quiere recuperar terreno antes de que sea tarde y se extinga.
El PAN nacional tiene menos asociados que el oficialismo en varios estados; no supera los 350 mil afiliados con su camiseta en todo el país. Morena tiene un millón y medio de afiliados en el Estado de México. El PAN se desprende del PRI, partido al que ha copiado sus prácticas como el dedazo y la tolerancia a la corrupción de sus dirigentes, sobre todo la de sus gobernantes.
Como ejemplo de las desviaciones y prácticas corruptas está Guanajuato. De aquí surgió la democracia que hoy languidece, pero nunca la transformación prometida. De aquí fueron los mexicanos, quienes impulsaron y dieron inicio a la alternancia. También, de aquí, fueron quienes traicionaron sus principios.
La historia lo marca en 2000, cuando Juan Manuel Oliva recurrió al acarreo con la venia de sus dirigentes para derrotar, por la mala, a Eliseo Martínez Pérez. El propio Oliva sería el primer gobernador ostensiblemente corrupto ante la mirada displicente de su partido, de los empresarios y del entonces presidente Felipe Calderón.
El PAN está cerrado en Guanajuato después de tres “dedazos”: primero, el de Oliva al designar a su sucesor, Miguel Márquez; luego, él a Diego Sinhue Rodríguez, quien designó a Libia García, sin debates ni campañas; sin elecciones primarias, sin alternativas, sin democracia.
El PAN en Guanajuato se convirtió en el viejo PRI, con acarreos, el uso de fondos públicos para el partido y la opacidad. La transparencia, algo que tanto luchamos por abrir, que Vicente Fox promovió como principio fundamental de gobierno, se cerró desde el arribo de Oliva. Hoy es una tortura acceder a la información pública por la deliberada decisión de “reservarla”.
El PAN tiene la oportunidad de distinguirse en un momento crítico para el oficialismo nacional. Solo tiene que practicar sus principios, esos que abandonó cuando se hizo del poder. Guanajuato, Chihuahua, Querétaro y Aguascalientes pueden, ser ejemplo de lo que pretende lograr su Consejo Nacional.
Lo primero sería quitarle al partido su “ingreso reservado”. Tiene que nutrirse de la sociedad, sobre todo de jóvenes y mujeres que se han esfumado de sus filas. También debe establecer que los dirigentes del partido no sean candidatos por fuerza. El tiempo apremia. Estamos a menos de dos años de la elección de 2027. El partido no solo debería abrir sus puertas, sino también fomentar la participación y dar visibilidad a sus posibles candidatos a alcaldes y diputados.
En Guanajuato, Libia podría verse comprometida ante la legislatura de 2027 y convertirse en la última gobernadora del PAN si no rectifica la dirección de su administración. Para eludir este destino, es imperativo que se desvincule del pasado y evite defender lo indefendible, como un equipo de trabajo heredado y ya agotado. Un cambio genuino y significativo también implicaría la restitución al Estado de los bienes que Diego entregó a particulares por motivos inconfesables.
Hay un país posible y una democracia futura en manos del PAN. Alguna vez dio una gran batalla y México cambió sin odio ni violencia. Puede lograrlo si cumple con sus principios.
