Las Naciones Unidas son la organización internacional más universal, de alcance verdaderamente mundial. Han contribuido a mejorar la vida de las personas en todo el mundo promoviendo la paz, los derechos humanos y el desarrollo social, en particular la sanidad y la educación, con el fin de mejorar la condición de vida de todas las personas.

Ochenta años después de su nacimiento, las Naciones Unidas se enfrentan a nuevos desafíos. 

  Los grandes logros y esperanzas cumplidas: se da la construcción de un marco global de paz y derechos humanos, ya que, desde su creación en 1945, la ONU ha evitado una tercera guerra mundial.

Ha establecido principios universales de soberanía, diplomacia y solución pacífica de conflictos. Impulsa la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), piedra angular de la dignidad humana. Ha promovido el desarme, la mediación y la cooperación internacional. Cooperación para el desarrollo sostenible con la creación de agencias especializadas (UNESCO, OMS, FAO, UNICEF, PNUD) que han mejorado la vida de millones de personas.

Tiene logros en educación, vacunación, reducción de pobreza extrema y acceso al agua. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsaron una visión integral de progreso humano y ambiental.

Es un espacio de diálogo y legitimidad moral global: la Asamblea General ofrece voz a casi todos los pueblos del mundo. Ha sido plataforma para denuncias históricas contra el colonialismo, el racismo y las dictaduras. Ha fortalecido la cooperación internacional en salud, medio ambiente y derechos de las mujeres. Promoción de la cultura de paz: Desde la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (1999), la ONU reconoce que la paz se construye desde la educación, la justicia y la igualdad. UNESCO, PUCPAZ-UNAM y redes ciudadanas son herederas de ese espíritu.

“La ONU no ha traído el paraíso, pero ha evitado el infierno.” — Dag Hammarskjöld

Sus límites y contradicciones: Paralización del Consejo de Seguridad: El veto de las potencias (EE. UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia) ha bloqueado acciones ante guerras recientes (Siria, Ucrania, Gaza).

La estructura de 1945 ya no refleja la realidad multipolar del siglo XXI: “Cinco votos no pueden decidir el destino de ocho mil millones de personas.”

Se ha dado una desigualdad y burocracia interna. La ONU depende del financiamiento de los países ricos, lo que condiciona su autonomía. Exceso de protocolos, lentitud y poca capacidad de respuesta ante crisis urgentes.

Incumplimiento de sus propias resoluciones: múltiples violaciones a derechos humanos, guerras y genocidios han ocurrido sin sanción efectiva. En muchos casos, las resoluciones quedan en declaraciones simbólicas sin aplicación real.

Crisis de confianza y legitimidad moral: las nuevas generaciones perciben a la ONU como una voz moral sin poder real. Falta de presencia en conflictos emergentes (tecnológicos, ambientales, digitales, migratorios).

El desafío actual es: renovar el espíritu, no solo la estructura. Los 80 años de la ONU invitan a repensar su misión desde la ética, la cooperación y la conciencia global. Se requiere una ONU de los pueblos, más participativa, descentralizada y ecológicamente comprometida.

“La humanidad no necesita más armas ni discursos, sino acuerdos honestos de conciencia.”

La ONU ha sido una luz imperfecta pero imprescindible. Ha mostrado que la paz y la dignidad son posibles, aunque todavía no universales. Su futuro dependerá de nuestra capacidad para hacer de ella una comunidad de seres humanos y no solo de Estados. Necesitamos trabajar esto desde nuestros ámbitos personales.

 

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

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