Ni modo, el doctor Simi no ganó el Nobel de la Paz. Tampoco Donald Trump. ¿Qué absurda obsesión los hace buscar este galardón a costa del ridículo planetario? ¿Tiene algo relacionado con aquellos alpinistas que anhelan subir al Everest a como dé lugar? 

Desde hace semanas, en las casas de apuestas mundiales, gran registro de las preferencias globales, las probabilidades sonreían al inquilino de la Casa Blanca. Hasta poco antes del anuncio, Polymarket y Kalshi habían recibido más de 34 millones de dólares a favor de Trump, contra casi un millón por Elon Musk (¡¿!?). El nombre de Corina Machado apareció poco tiempo antes del anuncio oficial por intermedio de una ballena (whale, término empleado para quienes apuestan más de cincuenta mil dólares), al parecer gracias a una fuga informativa del Instituto Nobel que está bajo investigación. 

Tampoco el de Literatura, otro de los tradicionales instituidos por Alfred Nobel, escapó a las quinielas, aunque el monto transado es una bicoca en comparación: unos 200.000 dólares. Los principales candidatos: Murakami, Can Xue, Ngugi wa Thiong’o, Anne Carson, Hélène Cixous, Mircea Cartarescu. Nadie apuesta un dólar por los de habla hispana, aunque varios tenían candidateada a Cristina Rivera Garza. El ganador, László Krasznahorkai, curiosamente, obtuvo apuestas de última hora que seguramente también estarán bajo investigación. 

Pero regresemos a Corina Machado. Entre las primeras cosas que dice la galardonada en la emotiva llamada que viralizó el Comité Noruego del Nobel, fue que no lo merecía. Algo que a mi modo ver tiene mucho más mérito que considerarse ganador tras vender armas a gobiernos genocidas o bombardear lanchas en aguas internacionales sin advertencia previa ni, al menos, un intento de intercepción. Contrasta también con pensarse digno de recibirlo por vender medicinas baratas, patrocinar partidos políticos de muy dudosa calidad, cabildear con antiguos ganadores o traficar reliquias católicas. 

El premio pone de relieve el drama sufrido por el pueblo venezolano desde hace décadas. Un país con una cuarta parte de sus habitantes en el exilio, donde Machado simboliza la resistencia civil pacífica tras el robo de las elecciones presidenciales del año pasado. ¿Cambiará algo con el premio Nobel? Es difícil preverlo, quizás le brinde una protección a Machado que se ha negado a salir de su país y vive en la clandestinidad amenazada por el régimen de Maduro. Es un golpecito en la espalda frente a un dictador cuya posición resiente la oposición der fuerzas internas y externas. Por eso mismo, es lamentable, pero también entendible, que nuestro gobierno no haya felicitado a la ganadora. 

Más allá de quien lo haya ganado, al igual que la larguísima fila de potenciales escaladores del Everest, el Nobel de la Paz recibe cada año más candidatos. Mientras los conflictos armados afloran en todas partes ante la poca acción de las Naciones Unidas, el número de candidatos sencillamente se ha casi triplicado en los últimos 30 años, pasó de 130 en 1998 a 338. Los nombres de todos no se publican por una regla de confidencialidad que dura cincuenta años, pero estoy seguro que Putin y Netanyahu figuran desde hace años en la lista. La desmesura de los egos la seguirá nutriendo anualmente, porque importa más el premio en la pared que, como dijo su creador, laborar “más y mejor en la obra de la fraternidad de los pueblos, a favor de la supresión o reducción de los ejércitos permanentes, y en pro de la formación y propagación de Congresos por la Paz”.

Cada quien puja por obtener el galardón, algunos a través del espectáculo mediático, el cabildeo y la itinerancia de símbolos religiosos. Trump, como lo dijo su vocero Steven Cheung: “seguirá logrando acuerdos de paz, poniendo fin a guerras y salvando vidas. Tiene un corazón humanitario, y nunca habrá nadie como él que pueda mover montañas con la pura fuerza de su voluntad”. 

No sabemos si reír o llorar.

 

Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *