Una imagen dice más que mil palabras. Recuerdo la expresión de zozobra de Diego Sinhue en un restaurante de la Casa de Piedra en León, en aparente discusión con Alejandra Gutiérrez, por no rendirse ante la voluntad del gobernador para que no luchara por la próxima gubernatura.

Luego vino el debate dentro del PAN, sobre la pertinencia de entrar a un proceso de elección interna, para decidir la candidatura. Se les veía preocupados por la “unidad” de la institución y el rompimiento que pudiera generarse por las inequidades de la contienda. Finalmente la resolución fue tajante, se designo a Libia García, basándose en la simple voluntad del exgobernador. Era lo que él deseaba.

La interpretación de los hechos políticos vividos en aquellos momentos, giraba en torno a la dificultad de abrir, a estructuras partidistas que ya no están educadas para tomar decisiones autónomas, un proceso de selección acorde con la democracia que tanto pregona el partido blanquiazul. Acabamos contemplando a los místicos del voto resistiéndose a sufragar.

Pero estábamos equivocados quienes así interpretábamos la realidad política del estado. Muy en el fondo, eran otros resortes los que movían al gobernador, de triste memoria, a actuar a pleno voluntarismo. De lo que se trataba era de ceñir a su candidata a su total albedrío, que no tuviese un ápice de independencia en el puesto que pronto ocuparía. ¿Se imaginan que hubiera habido elecciones primarias y hubiese ganado Libia la partida? Aún con los apoyos burocráticos y financieros del oficialismo, se habría producido una fisura por la que pudiera haberse colado un hálito de dignidad que no podía permitir Sinhue. Hoy sabemos por qué.

Tolerar que su designada llegara a la silla estadual avalada por una elección, aunque fuera de muy baja calidad y no lograra investir de legitimidad suficiente a la nueva gobernadora, daría oportunidad a que en un futuro, la candidata osara desmarcarse de su antecesor, para darle flotación a su propio gobierno. Eso había que impedirlo a toda costa.

En los planes internos del Ejecutivo anterior estaba ya definido su tránsito, casi mágico, a ser empresario internacional. No obstante su viaje a Oriente a conocer las condiciones de transparencia y honestidad de algún gobierno altamente eficiente;  seducido por sus consejeros áulicos, había decidido corromperse hasta la médula, aceptando beneficios de contratistas para mantener una onerosa estancia familiar en un lujoso suburbio de Houston y mudar de la vida política a los jugosos negocios privados. Su gobierno diseñó minuciosamente millonarias inversiones que otorgaran plusvalía a su casa de campo y a sus desarrollos inmobiliarios, de hospedería y vitivinícolas. Lo siguiente fue la constitución virtual de un fondo fiduciario que le asegurara un estatus de oligarca. 

Mareado de poder, le colocó la cereza al pastel: las concesiones carreteras, cuya utilidad se puede contar por miles de millones de pesos. Pero para sortear esta peligrosa aventura, su sucesora debía quedar totalmente maniatada para tomar decisiones propias, que pudieran comprometer su plan.

El movimiento de jaque para Libia se diseñó en dos tiempos: primero fue comprometida con la compara apoyada, a precio de ganga, de un terreno campestre para disfrute familiar. Su ubicación se encuentra a solo 320 metros del refugio campirano e hípico del exgobernador. La segunda jugada consistió en rodear a la nueva gobernadora de alfiles dieguistas, encargados de garantizar total discreción, cobertura e impunidad a las andanzas en negocios sucios del gobernante saliente. El mismo secretario de finanzas de Sinhue, hoy sigue controlando las compras, contratos y concesiones que persistan en mantenerse. El operador de muchas tranzas y alianzas inconfesables, continúa integrado al nuevo gobierno, para actuar y aconsejar lo que a su amo convenga. Y… ¡Sorpresa! Se fraguó el endoso de toda la estructura estatal del PAN, para desde allí seguir controlando las candidaturas, a un curioso personaje multichambas incondicional de Diego. El circulo se cierra, y la nueva gobernadora ha quedado apresada en los intereses de su obsequioso exjefe.

Ante tales circunstancias, Libia se queda casi sin salidas. O rompe con su perverso tutor y toma aire fresco; o se convierte en parapeto y cómplice de todos los abusos e ilegalidades cometidos por el anterior gobernante. Si opta por lo segundo, la única opción para no ser perseguida sería la entrega del estado a Morena. Por ahora todas las señales coinciden en ello. Los guanajuatenses que votaron por el PAN y creyeron ganar la gubernatura, sabrán que lo único que lograron fue construir el andamiaje, plagado de despotismo e ilegalidades, para entregarle a Claudia, en bandeja de plata, a Guanajuato. 
 

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