Cuando llegó la 4T al poder, lo primero que propuso Ricardo Monreal fue limitar las comisiones de los bancos. De inmediato se armó la grande en el sector empresarial bancario. Se dijo que era signo de la socialización que vendría. Algunos recordaron la nacionalización de la banca. Siete años después revive la propuesta. 

Del otro lado de la bancada, el diputado guanajuatense, Miguel Salim, retoma la iniciativa: toparía, además, las tasas de interés de la banca y las casas comerciales. Los dos tienen argumentos sólidos para poner límites a lo que se ha convertido en cobros excesivos, penalidades que solo se leen en letras muy pero muy chiquitas en los contratos. Sean en papel o digitales, lo más probable es que los clientes no puedan objetar ningún cobro por la vía legal. La Condusef  (Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros) está ahí, pero no tiene todas las herramientas legales para limitar abusos o cobros pactados a la firma del crédito.

Miguel Salim va más allá y quiere que, como en otros países, existan límites a lo que hoy es agio en México. Es de esperar que los banqueros enciendan focos rojos. La banca mexicana ha visto sus mejores años durante la 4T. Cuando pensábamos que la pandemia haría temblar a la banca, su solidez permitió la seguridad de los depósitos sin intervención del gobierno. 

BBVA ganó unos 107 mil millones de pesos el año pasado. Ese banco tiene casi la tercera parte del mercado. Además, sus depósitos a la vista son el 84 % de lo que le prestan sus clientes (depósitos), pasivo que les cuesta una bicoca comparado con las tasas que cobran a los clientes de tarjetas de crédito, los créditos a la nómina y otros servicios. 

Se estima que el 15% de los ingresos de la banca son por servicios. La teoría de Ricardo Monreal es que si los bancos cobraran menos comisiones, buscarían colocar más dinero en el mercado y eso beneficiaría a los clientes y a la economía nacional. 

El crédito en México vive en el subdesarrollo. Conseguir crédito caro es muy fácil a través del plástico, los créditos a la nómina o el necesario para comprar enseres domésticos, ropa y otros artículos en tiendas departamentales. Comenta Salim que una tienda departamental de gran fama cobra el 400% de interés moratorio a sus tarjetahabientes. Sabemos que en otros países las tasas de interés son de la mitad o la cuarta parte en los créditos al consumo; sabemos que la bancarización en el país ni siquiera es de la mitad del producto interno (45%), mientras en Chile es del 120% del PIB.

Buena parte del problema con el crédito en México es la complejidad del cobro. El sistema financiero sufre para cobrar tarjetas de crédito, entonces quebrantan parte de la cartera y quienes pagan esas pérdidas son los clientes que sí pagan. Justos por pecadores. 

El diputado Salim es sagaz y diligente, se metió en un tema interesantísimo que puede desembocar en buenos cambios si Gobierno, Banca y Poder Judicial trabajan para quitar fricción al flujo del crédito, tan necesario para que el país crezca. Ernesto Zedillo dejó un sistema bancario sólido, sigue así por la autonomía del Banco de México, pero necesita modernizarse en todo sentido. Modelos de otros países ayudarán a ejemplificar la iniciativa de Salim en los próximos días. 

 

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