El término “augusto” tiene como significado principal “que infunde o merece gran respeto y veneración por su majestad y excelencia”. Adán Augusto López se lo creyó de principio a fin.  

En los políticos de “vieja data”, como lo menciona el tabasqueño, hay un lenguaje cifrado que trata de ser ambiguo, pero se descubre con un poco de reflexión. El líder del Senado, llamó de nueva cuenta a una conferencia de prensa, todo un récord para él, quien durante años rehusó presentarse formalmente frente a los reporteros de la fuente. 

El viernes dijo que “sabía de dónde venían” los ataques, que ahora los “patos le tiran a las escopetas”, un dicho que invierte la jerarquía de los actores políticos. Al principio dudamos: ¿quién podía ser el pato? No podía ser la presidenta Claudia Sheinbaum porque siempre estuvo lejos del ámbito del exsecretario de Gobernación. Quien ha encabezado el descubrimiento del grupo criminal encabezado por Hernán Bermúdez Requena, “La Barredora”, y persigue el delito del huachicol, es Omar García Harfuch. 

Durante el sexenio pasado, el segundo era Adán Augusto. Como secretario de Gobernación, mandaba sobre todos los secretarios de seguridad pública de Morena. No directamente, pero sí en jerarquía. El “pato mayor” al que se refiere el también exgobernador de Tabasco y jefe del jefe de “La Barredora”, es García Harfuch. 

El jefe político de “vieja data”, debe saber que Omar no se manda solo, que es un hombre sumamente disciplinado y no haría jamás algo sin la autorización de la Comandante Suprema. También sabe: lo único que le queda es aceptar una embajada -si le va bien- en Tombuctú o en cualquier otro lugar lejano. Si no lo hace, se convertirá en pasto seco para el fuego amigo y el enemigo. Será la piñata de todos quienes tienen un agravio con Palenque. Los primeros que gozaron su “conferencia de prensa” fueron los periodistas, quienes preguntaron a placer y sin restricciones, lo que no pudieron hacer desde que Adán Augusto era el Sr. López, hermano putativo del presidente y responsable de la política interna del país. 

García Harfuch es el brazo ejecutor, es quien carga el garrote de Palacio; su disciplina la demuestra con su silencio. Se sabe que el joven secretario de Seguridad Pública no es del agrado del ala radical de la 4T, de todos aquellos que no han despertado. Lo más difícil para un político como Adán Augusto es quitarse lo “augusto”. 

Reconocer que ahora él es el pato que perdió la escopeta debe ser muy pesado. Por el bien de la 4T y de Morena, los senadores de su bancada deben cambiarlo. Más vale una salida digna que una forzada por más datos y evidencia de que no era ajeno a las andanzas de su colaborador afiliado al crimen organizado. También tendrá que comprender los límites del propio Andrés Manuel López Obrador. Palenque puede sugerir, pero no puede mandar. El presidencialismo renovado indica que en México solo hay una cabeza. 

El otro “pato” podría ser el mismísimo Andy, hijo predilecto del profeta, quien también acusa a “la derecha” de ventilar sus viajes y sus hechos. Dentro de la 4T presuntamente hay izquierda y derecha, por eso la izquierda representada por AMLO nunca permitió que García Harfuch fuera candidato a la CDMX a pesar de tener el doble de popularidad que Clara Brugada. Él era el pato, ahora es la escopeta. 

 

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