El idilio entre nuestra gobernadora, Libia García, y la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, continúa: esta semana la primera participó de forma remota en la famosa conferencia mañanera para anunciar el inicio en los trabajos del primer tramo del tren Querétaro-Irapuato. Sobre una tarima, al pie de la vía férrea y mediante videollamada, Libia y el gobernador de Querétaro, dieron el banderazo de salida. Literal, con una bandera blanca con la letras guindas de Gobierno de México. Vivan la paz y la concordia entre el PAN y Morena, algo impensable hace un año.
Evolución política o simple conveniencia, el tren de pasajeros despierta sentimientos de alborozo en los nostálgicos y muchas preguntas en la gente más inquieta. Se prometen velocidades de transporte por encima de los 200 kilómetros por hora y llegada al centro de ciudades como Irapuato y Celaya, aunque sólo en esta última se ha confirmado la utilización de la antigua estación ferroviaria.
Desde hace casi dos siglos, con la inauguración de la primera ruta entre Liverpool y Londres, inició la revolución de los rieles en Europa, a la que México buscó unirse mediante concesiones y proyectos que tardaron décadas en cuajar. No sería hasta 1873 que Lerdo de Tejada inauguraría la ruta Veracruz-México, para luego dar paso a la extraordinaria red ferroviaria del Porfiriato. Por entonces, ante la falta de sistema de caminos eficiente o por lo menos transitable durante todo el año y sin transporte automotor, el tren fue la solución óptima a los problemas de transporte. Permitiría integrar al centro con el norte y sería vital también durante la guerra móvil que resultó ser la Revolución Mexicana.
Pero, para México del siglo XXI es indispensable el tren de pasajeros o hace parte de una “estrategia keynesiana” para generar desarrollo económico a través de la construcción de infraestructura. Algo vislumbran expertos y legos: el tren de pasajeros no será un buen negocio. Las empresas de Alemania, Estados Unidos y España, por ejemplo, trabajan a pérdida per secula seculorum. Una de las pocas rentables es SNCF Voyageurs en Francia.
El Tren Maya, según su informe del trimestre abril-junio 2025, tuvo ingresos por su gestión (boletería) de 611 millones de pesos, mientras tuvo gastos y otras pérdidas por 6.972 millones. La peor noticia, estos últimos aumentaron mes con mes. ¿Cuál será la factibilidad económica del nuevo tren? Se dice que una vez terminada la conexión con la Ciudad de México, tendría unos 30.000 usuarios al día, mucho más que el tren maya. Ojalá así sea.
Será interesante ver cómo se desarrolla la competencia con la red de transporte de autobuses actual que dispone de precios accesibles y una paleta amplia de horarios y destinos. ¿Abaratará el nuevo tren el costo del viaje para los usuarios tradicionales de otros medios de transporte? ¿Pagaremos ese abaratamiento de otra manera como lo hacemos con el tren maya? Si las estaciones no se ubican en puntos estratégicos de las ciudades que tocará el tren, ¿qué costos adicionales deberán desembolsar los usuarios para llegar a su destino?
Por lo pronto, y como homenaje a los románticos que aún sueñan con locomotoras de vapor, para las que Berlioz compuso su formidable Canto de los caminos de hierro, me despido con los versos del emeritense José Peón y Contreras compuestos para la apertura de la línea férrea entre su ciudad y Campeche el 24 de julio de 1898, como parte del Ferrocarril Peninsular.
Resuella! …arranca… y tu camino emprende
como ante el Orbe por la vez primera!
Mueve tus miembros y las crenchas tiende
de tu negra y undosa cabellera;
revuélvela en los aires, que la hiera
luz de este sol con rayos de topacio,
desde este sol inmortal que reverbera
por las inmensidades del espacio,
mientras ruge el vapor en tu caldera!
Lluevan himnos y loas al tren. Espero que no nos lleve a todos.
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