León ha mostrado avances reales en materia de seguridad pública, con una disminución de homicidios dolosos en comparación con años anteriores. Aun así, para muchas familias esas cifras quedan lejos de traducirse en seguridad cotidiana: siguen asesinatos intencionales, hay colonias enteras con presencia delictiva persistente, con robos, violencia doméstica, extorsión y falta de prevención. Se siguen acumulando rezagos en atención policiaca, eficiencia en justicia, disuasión en zonas vulnerables y confianza ciudadana.
En cuanto al agua, León tiene también déficits que preocupan. Aunque se reporta una cobertura de agua potable cercana al cien por ciento, miles de viviendas siguen sin servicio en áreas periurbanas y rurales. Además, fugas en la red aumentan los desperdicios y pérdidas de infraestructura, mientras fallas en pozos dejan sin abastecimiento a numerosas colonias. Esto afecta el acceso cotidiano al agua para miles de familias y genera tensiones crecientes en temporadas de calor.
Una parte crítica del rezago ambiental está en la contaminación del aire y cuerpos de agua. Los niveles de partículas finas en León superan con frecuencia los niveles recomendados internacionalmente. En cuerpos de agua cercanos se han observado fenómenos visibles de contaminación, acumulación de basura, vertidos de aguas residuales y deterioro ambiental. Aunque la ciudad invierte en redes, tuberías y mejoramiento del alcantarillado, la protección del ambiente queda lejos de exigirse con la misma fuerza que los servicios básicos visibles.
Para cerrar estas brechas, León necesita una estrategia integral que articule medidas concretas, con presupuesto, seguimiento transparente y participación ciudadana. Primero, fortalecer la policía de proximidad en colonias vulnerables, con rutas de patrullaje apoyadas por tecnología, cámaras y mejor iluminación pública, para que la reducción en homicidios se traduzca en seguridad real día tras día. Segundo, reforzar los reglamentos municipales y su cumplimiento en materia de servicio de agua y drenaje, para que no sólo exista cobertura numérica, sino agua realmente constante, de calidad, sin interrupciones ni pérdidas excesivas por fugas.
Tercero, invertir de forma prioritaria en tratamiento de aguas residuales e industriales, sancionar a quienes contaminan, limpiar arroyos, presas y cauces, y desarrollar mecanismos de reúso del agua. Cuarto, adoptar políticas ambientales más ambiciosas con monitoreo constante de contaminantes atmosféricos, campañas públicas para reducir emisiones vehiculares, regulación industrial más estricta, así como incentivar áreas verdes.
Quinto, educación ciudadana y transparencia: hacer visibles los datos de seguridad, agua y contaminación en tiempo real; involucrar a la población en la vigilancia ciudadana, en el reporte de fallas; generar mecanismos de rendición de cuentas donde las autoridades respondan de forma clara y documentada.
Solo con una visión que reconozca estos rezagos como interconectados (seguridad, agua, contaminación) León podrá aspirar a un desarrollo más justo, saludable y sostenible, donde los beneficios del progreso lleguen a todos por igual, sin dejar atrás a quienes más lo necesitan.
