Al igual que una parte importante de las clases medias, estoy indignado por el robo que ha hecho el régimen de AMLO al País. Fuimos atrapados por décadas en el discurso del hartazgo del PRIAN y López Obrador nos cautivó para llevarle al poder. Hoy sabemos de la falsedad de su “meta verdad” y “otros datos”, y de los costos de su estrategia fallida de “abrazos no balazos”, pues entregó a este maravilloso País, al crimen y a su red de cómplices que controlan territorios, negocios y puertos. Tenemos apenas semanas de que, por fin, la Presidenta aceptó lo que, desde hace años, medios de comunicación independientes denunciaban: el “huachicol fiscal”. El nombre “huachicol” podría provenir del maya “huach” (forastero) para referirse a algo falso, o del latín “aquati” (aguado), en referencia a bebidas adulteradas y hoy se refiere también, a combustibles ilícitamente extraídos de ductos.
El impacto del “huachicol fiscal” en la economía mexicana ha alcanzado dimensiones alarmantes, con pérdidas superiores a los 200 mil millones de pesos. Es una locura. Nada que ver con los robos del pasado, ni con las pérdidas millonarias de las obras de AMLO que no tienen utilidad. Este esquema, que es la amenaza más grave para el sector energético nacional, es una modalidad de evasión que aprovecha vacíos legales y la debilidad institucional en los procesos de importación de hidrocarburos. A diferencia del huachicol tradicional, que consiste en el robo físico de combustibles directamente de los ductos de Pemex, el “huachicol fiscal” opera mediante la manipulación de fracciones arancelarias; los responsables introducen gasolina y diésel al País, registrándolos como productos exentos del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), como lubricantes, alcoholes o aditivos.
Esta maniobra permite que los combustibles ingresen al mercado interno a precios considerablemente más bajos, lo que genera márgenes de ganancia elevados y distorsiona la competencia. Este esquema requiere la intervención o el descuido o la complicidad de autoridades aduanales, así como el uso de permisos temporales de importación. El “huachicol fiscal” se ha transformado lamentablemente en una actividad criminal de gran escala, al punto de que la Embajada de Estados Unidos en México, considera que es la segunda fuente de ingresos del crimen organizado, solo superada por el narcotráfico.
Estamos frente a un entramado complejo que involucra fraude fiscal, corrupción y complicidad institucional en puertos y en la política. Es lógico que la Presidenta Sheinbaum defienda y proteja a sus correligionarios de Morena, pero es de reconocerle que acorralada por las evidencias de la enorme corrupción del gobierno de AMLO, haya tenido que permitir el avance de la FGR para que se den las investigaciones con la extraordinaria labor de García Harfuch Secretario de Seguridad. Valiente trabajo que hacen medios de comunicación independientes para investigar y dar a conocer las redes de corrupción de políticos del régimen, para hacer fortunas con los recursos que tanto hacen falta al gobierno federal, que sigue incrementando la deuda pública.
La realidad es terca y ha desvelado a un sistema político corrupto que le precedió. Lo triste de todo este asunto, es que la estrategia de AMLO, parecía correcta, poner a las fuerzas armadas a construir obras y a administrar aduanas, pero les rodearía de miles de millones de pesos de recursos públicos que no eran escrutados y que permitían, sin contrapesos, hacer trampas. Ahora se ha comprobado el enorme desvío del “huachicol fiscal” hacia campañas políticas de Morena, que permitieron por decenas, ganar gubernaturas y escaños en las Cámaras de Diputados y Senadores. Es tan brutal el monto de las redes de obra pública que se han revelado de los hijos del ex Presidente, que no es difícil conocer a personajes que participan en las asignaciones de obra a empresas creadas del 2019 a la fecha. ¿Le importa esto a la opinión pública? A las clases populares, no. El régimen es poderoso y tiene el control de los tres poderes y no habrá culpables. El sistema se auto protegerá y sobrevivirá y probablemente los costos políticos en las preferencias electorales, serán menores. Hoy sabemos de las redes tabasqueñas y de lo que hacen los hijos de AMLO, pero no pasará algo. Así funciona ahora este País.
