Me dices que conviviste con ellos y que en apariencia todo transcurría con normalidad, sin embargo, en segundo plano, se desarrollaba otra historia resistiéndose a morir. Y es que, a tu decir, no se trata de anular las cosas simplemente porque el tiempo ya transcurrió como lo desean ellos, quitándole valor a los recuerdos empolvados, esos que te marcaron a fuego, que quisieras dejar atrás, y que, al no ser tomados en cuenta como si nunca hubieran ocurrido, te sientes devaluada. La falta de solidaridad te deja una enorme sensación de soledad acompañada.
Te agradezco tus confidencias y las escucho con el respeto que me inspira la visión de tu alma ignorada, soterrada por el silencio de sus labios clausurados.
En primer plano, dices, estaba el mar en su magnificencia, sus crestas de espuma viva y los millones de granos de arena en los que enterraste los pies como queriendo anclarte al presente. Pero en segundo, ejecutándose como una música de fondo, estaba todo ese daño que siempre has querido olvidar, que ellos lo conocen y sin embargo lo ignoran consecutivamente, logrando increíblemente con estas acciones que puedas cerrar de una vez por todas esa puerta enmohecida que se entreabre permitiéndote ver de nuevo, haciéndote regresar sin desearlo.
Muchas veces caemos en la tentación de ser aprobados por otros ojos y exponemos nuestras vidas como si fuera una mercancía, después te das cuenta de que mostraste tu lado flaco y la ponzoña penetró por la rendija que tú confiadamente les abriste. Es por eso, que querías volver al refugio de tu casa, a los brazos de tu sillón mecedor, al silencio de sus paredes, aunque no hubiera mar ni arena ni palmeras.
Reserva para ti tus confidencias, te digo, no todos merecen ver tu corazón, aprende a mirarlo en exclusiva, afortunadamente, hay tantos temas de conversación banales que no te dañarán, que pueden ocupar el resto de las horas, es momento de aplicar estas lecciones a destiempo para sobrevivir.
Y así, si alguna vez te quieren llevar a esos terrenos farragosos, tú, sabrás alejarte con la destreza de quien esquiva los pantanos traicioneros, y las ciénagas serán lecciones aprendidas.
Por lo pronto, ya en casa, sentada cómodamente, descansas los ojos, cierras puertas y abres ventanas para ver el sol y el cielo, te das un abrazo silencioso con tu reconocimiento más profundo. Y si prestas atención, en segundo plano, escucharás el ruido de las olas, una y otra vez deslizarse sobre esa playa dorada, recordándote que cada día, retomas la vida de nuevo.
