En 1962, el compositor Antônio Carlos Jobim y el poeta Vinicius de Moraes vieron a una chica que recorría la playa con una cadencia que imantaba las miradas y decidieron dedicarle una canción La joven se llamaba Helô Pinheiro y durante años ignoró que había motivado la pieza.

Sin embargo, comenzó a silbar una nueva melodía, que se había convertido en su favorita: La chica de Ipanema.

La materia del arte no es consciente de sí misma.

Se cumplen cincuenta años de otro desencuentro entre la música y el motivo de su inspiración. Pink Floyd grabó en los estudios de Abbey Road el disco Wish you were here (Ojalá estuvieras aquí), que se refería al fundador del grupo, Syd Barrett, y a su progresiva fragilidad mental.

Doce años antes, Barrett había sido vocalista, guitarrista y principal compositor del primer disco del grupo: The Piper at the Gates of Dawn (El flautista en las puertas del amanecer).

La idolatría que despertó se debía a su talento musical pero también a su apariencia, celebrada como un dogma de la belleza, y a un ingenio inusual. Barrett combinó los nombres de dos músicos de blues, Pink Anderson y Floyd Council, para producir un efecto psicodélico: Pink Floyd. Cuando le preguntaron de dónde lo había tomado, dijo: “De los extraterrestres”. 

Poco después, el genio perdió la capacidad de relacionarse con los demás, se retiró a la casa de su familia en Cambridge y retomó su verdadero nombre: Roger. 

El rock ama a los ángeles caídos. Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Brian Jones, Amy Winehouse integran el célebre “club de los 27”, la edad en que murieron. El caso de Barrett es distinto y, por eso mismo, particularmente trágico. No cayó como un rebelde en el frente de batalla; poco a poco, perdió la lucha contra sí mismo. Corrieron rumores acerca de sus sobredosis de LSD y adquirió la peor apariencia que puede tener un rockero: la de alguien normal. Así lo fotografiaron cuando salía con la compra del supermercado. El Adonis psicodélico se había convertido en un desempleado promedio. Viviría hasta los sesenta años en un estado de semidemencia.

Su alejamiento de Floyd puso en entredicho a los demás miembros del grupo. Aunque el cuarteto alcanzó una popularidad descomunal, y produjo obras maestras como Dark Side of the Moon, The Wall y Animals, la crítica más intransigente declaró que se trataba de un placer prohibido. Pink Floyd era visto por muchos como el conjunto que había perdido a un genio. A partir de su alejamiento, Barrett pudo ser imaginado como alguien más rebelde, más congruente, más brillante que sus antiguos compañeros.

Convertido en el nuevo eje del grupo, Roger Waters asistió a un concierto en el que R.E.M. interpretó una pieza del primer disco de Floyd. Cuando Waters fue al camerino a dar las gracias, el cantante Michael Stipe lo recibió con cara de espanto, como si el bajista fuera un apóstata que había traicionado a su profeta. El movimiento punk perfeccionó esta peculiar variante del odio, motivada por una ausencia que los miembros del cuarteto no podían remediar: el mejor, el radical, no estaba ahí.

Dark Side of the Moon estuvo 990 semanas entre los discos más vendidos de Estados Unidos y avivó ciertas sospechas: el vanguardista Barrett jamás se habría rebajado a tener éxito.

Una y otra vez los sobrevivientes repasaron la extraña situación en la que habían caído, hasta que la abordaron en forma directa en 1975. Desde su título, Wish you were here alude a una amistad perdida. La canción Shine on you crazy Diamond habla del resplandor y el crepúsculo de un talento: “¿Recuerdas cuando eras joven y brillabas como el sol?”, luego lamenta: “Buscaste demasiado pronto el secreto y lloraste por la luna”, y concluye con un deseo: “Sigue brillando, loco diamante”.

En la portada del disco aparece un hombre en llamas. Se trata del doble de riesgo Ronnie Rondell, especialista en padecer incendios, quien también actuó en The Towering Inferno (Infierno en la torre). Syd Barrett había ardido en su propia luz. Para reforzar la idea de que la música trataba de alguien “caído en acción”, el disco se vendió en una bolsa de plástico negra.

Hace cincuenta años, en forma inesperada, un hombre calvo, de rostro abotagado, se presentó en los estudios de Abbey Road. Oyó la música de sus antiguos compañeros y no supo que se trataba de él. 

El arte refleja a todos menos a quien lo provoca.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *