Hoy es día para pensar en el México que soñamos y meditar en la lucha independentista, no del pasado, sino del presente y del futuro.  

La Independencia no se consumará hasta que el país vuelva a la prosperidad. Si bien la gesta encabezada por el Padre Hidalgo arrancó un 15 de septiembre de 1910 en Dolores Hidalgo, vivimos más de dos siglos luchando contra la dependencia. Primero fue España, luego perdimos un pedazo enorme de territorio con Estados Unidos. Juárez luchó contra la dependencia de la aristocracia de Maximiliano. 

Claro que el benemérito de la patria y gestor de la República, también independizó a México del poder hegemónico de la Iglesia. Una tras otra, las batallas de nuestros ancestros siempre fueron por darnos patria y libertad. Sin embargo, las batallas continúan en una tarea común. Nuestras dependencias claman por un cambio hacia la modernidad perdida; tenemos muchas batallas pendientes. 

La primera es recuperar parte del territorio ante el crimen organizado. Vivimos una guerra sorda contra el narcotráfico, la extorsión, los homicidios dolosos, la desaparición de personas. Esa es la más urgente de las tareas. Después de 6 años de inacción, vemos con esperanza que la presidenta Claudia Sheinbaum se armó de valor para independizar su gobierno del crimen organizado incrustado con malos servidores públicos. Está a punto de independizarse también del pasado.

Dependemos de la energía de Estados Unidos para generar electricidad con el gas que importamos. Más del 90% desde Texas. Si un día Donald Trump amanece de malas o quiere distraer la atención de algún problema interno, puede cerrar la llave. Sería un caos inimaginable. Esa es la mayor debilidad del país. Necesitamos esa independencia energética. Se puede lograr si Pemex cambia, si evitamos los prejuicios que hay de no explotar las formaciones de esquisto con el “fracking” en la zona norte del país. Nos podemos independizar si administramos bien las reservas y las refinerías. 

Otras dependencias son el maíz importado, las exportaciones a Estados Unidos, que necesitamos para el flujo de capitales y de respaldo para el  dinero que pedimos prestado al extranjero para equilibrar a Pemex y la deuda pública. En este mundo globalizado es imposible evitar todas las dependencias, lo imperativo es que crezcamos para obtener recursos que nos den independencia económica. ¿Se puede? Claro, si lo hacemos gradualmente y con una estrategia de largo plazo. Es indispensable que el gobierno comprenda que la vía más fácil es ampliando la actividad de los particulares, con la iniciativa privada que genere valor y recursos para un gobierno más sólido. 

Hay codependencias inexplicables que debemos eliminar. Un ejemplo es el que tenemos con Cuba desde hace 65 años. Por razones que no comprendemos, nuestro país apoya a dictadores como Miguel Díaz Canel y Nicolás Maduro en Venezuela. Cuba, sobre todo, ha podido mantener a la población sometida, gracias a los envíos de petróleo y dinero desde México. Sabemos que lo único que logramos es retardar la caída de la dictadura que viola todos los días los derechos humanos de sus habitantes. También sabemos que a los cubano-norteamericanos les cae como golpe en el estómago que, por un lado pidamos préstamos para Pemex a su banco de exportación y por otro lado enviemos barcos completos de petróleo a la isla. Digo que es una codependencia que debe terminar para que Cuba tenga “Patria y vida” y no “Patria o muerte”. 

¡Felices fiestas patrias!

 

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