En esta ocasión, quiero unirme al reconocimiento que hizo la Premio Nobel Rigoberta Menchú a la UNAM por su liderazgo para hacer de la cultura de paz una política institucional y educativa.

El Rector Leonardo Lomelí Vanegas subrayó que vivimos en un mundo atravesado por discursos de odio, inequidades y desapariciones forzadas, donde la paz alcanza sus niveles más bajos desde que se tiene registro. 

La voluntad colectiva de nuestra Universidad para responder a una realidad marcada por violencias normalizadas, exclusiones persistentes y la incertidumbre que atraviesan las juventudes de nuestro país es lo que  nos convoca con la urgencia de escuchar, de abrir canales de comunicación y de transformar ese panorama para reafirmar la tolerancia, la solidaridad y el respeto como principios compartidos que orienten nuestra vida en común”, expresó en compañía de la Premio Nobel de la Paz 1992 e investigadora extraordinaria de la UNAM, Rigoberta Menchú Tum; así como del embajador designado de Noruega en México, Dag Nylander.

Así, la Universidad Nacional asume un compromiso activo y responsable, consciente de que la educación pública y autónoma debe ser un catalizador de diálogo, cooperación, pensamiento crítico e implementación de alternativas que fortalezcan la cohesión social.

“La UNAM ya ha dado pasos firmes en este camino. Ha incorporado, recientemente, asignaturas de Cultura de Paz en bachillerato y licenciatura, y ha fortalecido la formación en mediación y resolución pacífica de conflictos. Este ciclo escolar, casi 36 mil estudiantes de nivel medio superior participaron en un taller introductorio, guiados por 400 académicas y académicos”.

De acuerdo con el Global Peace Index 2025, los niveles internacionales de paz atraviesan su punto más bajo desde que se tiene registro. Hoy en día hay 59 enfrentamientos activos entre Estados, el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial, con más de 150 mil muertes relacionadas con enfrentamientos tan sólo en 2024. A ello se agrega que 110 millones de personas viven desplazadas y que el impacto económico asciende a casi 20 billones de dólares, equivalentes al 11.6 % del Producto Interno Bruto global.

La cultura de paz no es un ideal abstracto, sino una práctica diaria, una política educativa y un horizonte compartido para edificar un presente más justo y un futuro digno. “Nuestra determinación es impulsar una educación que otorgue las herramientas que nos permitan resolver diferencias y alcanzar consensos, promoviendo el respeto a los derechos humanos, la inclusión, la sustentabilidad y la erradicación de toda forma de violencia. El propósito central es construir una paz que esté presente en todos los espacios públicos y privados”.

De cara a los escenarios de conflictos que se viven en el orbe, se tienen que proponer soluciones y una de ellas es la enseñanza, la cual es el legado, la huella más grande que se le puede dejar a las futuras generaciones. El embajador noruego: Dag Nylander precisó que la paz y la reconciliación son el corazón de la labor que desempeñan los diplomáticos noruegos en el mundo. Puntualizó que a su nación y a México las unen muchas cosas, entre ellas las que garantizan la cultura de paz: “La creencia en que el diálogo es el mejor camino para hacer frente a los retos globales y el apoyo irrestricto al multilateralismo y al derecho global. En otras palabras, citando a uno de los grandes personajes de la historia mexicana, se trata de la convicción de que entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.

Juan Manuel Santos fue presidente de Colombia y recibió el Premio Nobel de la Paz en 2016, también estuvo presente en esta semana de paz. Una idea de su participación fue que “El mundo necesita sembrar la cultura de paz entre los jóvenes”. 

 

Sembrar paz es escucharnos mirarnos   y reconocernos como comunidad.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

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