¡Qué felicidad es poder tener en nuestro querido León un espacio tan hermoso como el Parque Metropolitano! ¡De verdad que es una de nuestras más lindas atracciones turísticas y, ahora, con las lluvias, aún más!
Tenemos la costumbre, tres amigas y yo, desde hace 25 años (¡qué chistoso es hablar de 20, 25, 30 ó 40 años, y darse cuenta que es TODA una vida!) de irnos a caminar allí…nos decimos las “jacarandosas” porque además nos gusta “cazar” y admirar las jacarandas cuando florean. Pues bueno, este viernes que fuimos, ¡estaba realmente BELLÍSIMO!.
La presa super llena como teníamos años de no verla; hasta el más recóndito rincón estaba con agua, en algunos lugares solo se veía las copas de los árboles y había una fina capa verde, en las zonas más tranquilas. Los dos ríos que la alimentan, llenaban sus cauces y su suave sonido, como un suave murmullo, aligeraba el alma… la pista estaba cerrada porque se está desfogando (está al 113% de su capacidad), pero justamente eso atrae a mucha gente, que vamos a admirar el flujo del valioso líquido, que tanta falta nos hacía… y donde los selfies son obligados, porque también surge ese respeto y admiración que nacen de ver la maravillosa naturaleza fluyendo suavemente, silenciosamente, majestuosamente… que podemos encauzar, pero no dominar… que te hace reflexionar precisamente sobre lo efímero de la vida, de cómo transcurre así, continua y tan sutilmente que, generalmente, no nos damos cuenta…
Los árboles tan verdes que no la crees, ¡qué precioso es ver cómo el agua de lluvia es tan diferente de cuando los riegas solamente!. Ahora se veían limpísimos, con unas sombras espléndidas, llenos de follaje, con un montón de retoños… como queriendo presumir sus hojas con un verde tan claro que te renuevan la esperanza… que te ayudan a creer que todo es posible… y, también, que todo cambia…
Los diferentes tipos de aves que anidan y buscan este espacio especial para sumergirse, comer y, pareciera, que hasta gozarlo. Vimos varios patos mexicanos, que se distinguen por eso: siempre los ves en pareja, ¡eso me parece tan espléndido y tan representativo de nosotros, de nuestra cultura!. Una enorme garza gris que parecía vanagloriarse de sus alas; varias garzas blancas que picaban aquí y allá, buscando alimento y algunas gallaretas que son muy difíciles de fotografiar porque se hunden luego, luego.
¡Vamos queridos lectores, vamos a disfrutar de este paraíso terrenal que tenemos al alcance de nuestra mano! ¡Tomémonos un tiempo para llenarnos de vida, como nuestra presa de agua; tomémonos un tiempo para ir a sentarnos a escuchar el sonido del agua que pasa, como la vida, tan suavemente, que casi no nos damos cuenta!
