Esta semana se publicó en este medio un amplio reportaje sobre la casa que hoy habita la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez. Dicho trabajo periodístico concluye que la propiedad tiene un valor aproximado de 15 millones de pesos e infiere al lector que esa cantidad no guarda relación con los ingresos que ella pudo haber obtenido en su carrera como servidora pública.

Sobre el valor de la casa en 15 millones de pesos, hago el siguiente análisis:

Ese monto está determinado sobre una “estimación” que hacen “arquitectos e ingenieros” de manera anónima, que solo tuvieron acceso a los planos, pero que no vieron físicamente la obra, ni sus acabados ni la calidad de la construcción. Esto, en mi opinión, le resta contundencia al reportaje; hubiera sido mucho mejor ver un avalúo firmado por perito autorizado.

No se puede concluir que ella pagó sola toda la construcción, pues a su exmarido se le conocen actividades económicas y se reconoce que él también aportó para la construcción, pues ambos tenían ingresos por separado.

Es de todos conocido que la Alcaldesa no tiene hijos, por lo que no gasta en manutención, habitación, educación ni vestido para ellos, ni tampoco es una persona que se la pase viajando, ni que se ande paseando en vehículos de alta gama o que presuma lujos; siempre ha sido discreta y austera.

Hay un lapso de su carrera profesional en que trabajó en el sector privado, en uno de los despachos de abogados de más prestigio en la ciudad. Nadie sabe, ni tiene por qué saber, cuánto dinero ganó en ese periodo.

Un patrimonio formado por una casa habitación de 500 metros cuadrados, construida con acabados rústicos sobre un terreno en una modesta colonia campestre de la ciudad, forjado por una persona que ha trabajado casi toda su vida en el sector público con buenos sueldos, me parece dentro de lo razonable.

Ahora bien, por otro lado, considero que la licenciada Alejandra pudiera aceptar algunas recomendaciones que ayuden a evitar suspicacias, por ejemplo, que separe físicamente su asociación canina de su economía personal, pues ella no puede recibir regalos (aunque sean croquetas) de amigos, ya que, como servidora pública, lo tiene prohibido. Hoy no se sabe si de sus ingresos paga el mantenimiento de los perros o de su asociación.

Evitar que contratistas personales sean, a su vez, consejeros ciudadanos en organismos públicos, pues eso da pie a que se generen posibles conflictos de interés. El arquitecto que construyó su casa fue consejero del Implan en la pasada administración.

Encargar la revisión de su patrimonio al Comité de Participación Ciudadana Anticorrupción, que es un ente independiente, ya que la Contraloría Municipal no es la entidad adecuada, pues existen lazos de gratitud y lealtad entre la Alcaldesa y la Contralora que pueden afectar la imparcialidad. No se puede olvidar que la titular de la Contraloría fue designada gracias a la línea que se dictó para votar por ella, por encima del primer candidato que había propuesto el comité ciudadano que nombra a los contralores.

Conozco a Alejandra Gutiérrez desde hace más de 20 años y nunca he tenido ningún motivo para cuestionar su honestidad. Empezó en la Tesorería Municipal y recorrió prácticamente todas las posiciones hasta llegar a ser la primera tesorera; luego dos diputaciones, una federal y otra estatal, en ambas desempeñando puestos ligados a las finanzas públicas, la primera como integrante de la Comisión de Presupuesto y la segunda como presidenta de la Comisión de Hacienda, y ahora como alcaldesa. Nunca escuché, ni vi ni percibí ninguna irregularidad en su manejo de los recursos públicos.

LALC

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