Angélica Rivera, la esposa del entonces presidente Enrique Peña Nieto, explicó en televisión y en redes sociales la construcción de su llamada “Casa Blanca”. Proceso, Carmen Aristegui y Reforma habían descubierto la mansión a la opinión pública. Sin embargo, la actriz había mostrado con anterioridad su residencia a la revista del corazón ¡Hola!

A la hora de hacer cuentas, el precio estimado del terreno y la obra fue de 8 millones de dólares, unos 150 millones de pesos a valor presente. Rivera no supo actuar el papel más importante de su vida. Turbada y molesta, transmitió exactamente lo contrario de lo que se le había encomendado: justificar su adquisición. El destino de su marido, del PRI y del país cambió.

Higa, la constructora de Juan Armando Hinojosa, el empresario más cercano a Peña Nieto, también perdió la construcción del tren rápido CDMX-Querétaro. Una obra fundamental de infraestructura con financiamiento de China se extinguió en medio del escándalo. Fue el principio del fin del partido que había regresado al poder.

Pasaron algunos años y llegó Morena. Presumía la austeridad, el fin de la corrupción y del nepotismo; todo iba a ser diferente, hasta que Raúl Olmos, uno de los mejores periodistas de investigación en el país, descubrió la casa que habitaba José Ramón López Beltrán en Houston: una mansión de más de un millón de dólares con una enorme piscina. El dueño era un contratista de Pemex. La mansión fue bautizada como la “Casa Gris”. Latinus, el medio crítico de la 4T, dio cuenta de la historia original de MCCI, “Mexicanos contra la corrupción y la impunidad”, una fundación creada para investigar prácticas corruptas en el gobierno.

Más adelante, al finalizar el sexenio de Diego Sinhue Rodríguez en Guanajuato, supimos de su mudanza a Woodlands, uno de los pueblos de lujo en Texas. Primero a una casa mediana; luego, por una investigación de Poplab, supimos que se había mudado a una mansión con un valor superior al millón de dólares, a nombre de una empresa propiedad de un funcionario de Seguritech. La compañía es la principal proveedora del Estado en infraestructura de seguridad. De inmediato, la oposición la llamó “La casa azul”. Aunque Diego dijo que rentaba la casa, nunca mostró contratos o pagos al presunto arrendador.

Gerardo Fernández Noroña, el excampeón de los pobres, compró una casa en Tepoztlán, uno de los lugares más bellos de Morelos, presuntamente por 12 millones de pesos (es probable que valga mucho más). No sabía que su destino político estaba terminado por el contraste de su estilo de vida con los principios que había pregonado antes de convertirse en presidente del Senado. Con viajes al extranjero en primera clase, con vehículos Volvo de alta gama y una conducta errática, Noroña se convirtió en un maravilloso “punching bag” o pera boxística para la oposición. Millones de mexicanos lo insultaron y lo insultan recordando el 10 de mayo. Aún no escuchamos el mote que tendrá su casa, pero bien se podría llamar la “Casa Tepoz”.

El domingo, AM publicó la nueva casa de la alcaldesa de León, Alejandra Gutiérrez: una propiedad de 4 mil metros de terreno y no menos de 600 de construcción. Aunque hay distintas formas de valuación, la alcaldesa menciona una obra con mucho ahorro y de muy bajo costo.

El problema para Peña Nieto, López Beltrán, Rodríguez Vallego, Fernández Noroña y Ale Gutiérrez es que no cuadran sus números ni sus declaraciones. (Continuará)

 

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