Recientemente el abogado leonés Martín Ortiz, recordó en un video que circuló en redes sociales, la llamada “Ley de Hierro de la Oligarquía” que describió el politólogo alemán Robert Michels, en su libro “Partidos Políticos” de 1911. En dicho estudio, el académico germano postuló su teoría sobre cómo terminan los partidos políticos en manos de una pequeña oligarquía que controla todo. Sostenía que todas las organizaciones políticas, evolucionan hacia una forma de control oligárquico. Y estas paulatinamente erosionan los ideales primarios del organismo, centralizando todo y apostando por la preservación del poder a toda costa, para continuar gozando de privilegios, e imponiendo sus intereses de camarilla sobre todos. De esa forma se explica el deterioro de los partidos políticos, que acaban siendo regidos por un grupúsculo controlador.
Es el caso de los partidos políticos que padecemos los mexicanos. Todos son guiados por una partidocracia voraz que acapara todo el poder. En el PAN, desde hace tiempo se había identificado y comentado este fenómeno, pero se percibía como propio de organizaciones sobre politizadas, repletas de miembros ambiciosos y sin ética, que iban colonizando poco a poco sus estructuras y se quedaban con el botín. Por sus condiciones diferentes, se decía, Acción Nacional estaría vacunado en contra del virus descrito por Michels, porque la médula del panismo giraba en torno a la educación política de sus miembros, al convertirlos en ciudadanos plenos y acostumbrarlos a sostener contiendas internas, para obtener candidaturas. Estas lides están estrictamente reguladas y, se suponía, impregnadas de un ambiente de religiosa camaradería. El panismo, por lo tanto, estaría inmunizado ante la enfermedad que atacaba a todos los demás partidos.
Pero ya desde finales del siglo pasado, se empezaban a evidenciar efectos perniciosos para obtener candidaturas, fuera de una honorable contienda. En Guanajuato comenzó con la utilización de recursos ilegales para diversas campañas y el uso, desde la época del olivismo, del acarreo multitudinario, algo ajeno a las prácticas panistas. Así se abrieron paulatinamente las puertas a la incorporación de la “Ley de Hierro” a la vida interna del PAN, consolidándose, más aún, durante el yunquismo.
Ya en marcha, la organización no evadió su destino, sino que con el tiempo lo ha ido consolidando. Las convenciones partidistas acabaron en zacapelas que producían desunión y confrontaciones por las injusticias que mediaban entre las candidaturas, de tal manera que con el tiempo condicionaron la preferencia por las designaciones autoritarias, para el reparto de candidaturas. Esto se sublimó en los estados gobernados por el blanquiazul. A la más pura usanza priícola, se adoptó el dedazo como método. La unidad lo exigía.
Y así llegamos a más de treinta años de gobiernos del PAN en nuestra entidad, enmarcados por la “Ley de Hierro” de los partidos políticos. El poder se ha ido acumulando en una pequeña élite. La democracia interna se esfumó. Con Diego Sinhué, se conformó un grupo compacto, integrado por el propio gobernador, el Charly, su hermano y el secretario de Finanzas. Desde allí se operaban las decisiones fundamentales como los contratos de obras públicas, las compras multimillonarias y el otorgamiento de concesiones carreteras, como el despojo de una autopista. Eso nos entregó Acción Nacional: unos cuantos burócratas incondicionales, manejando la vida de millones de guanajuatenses y distribuyéndose los presupuestos como ganancias perpetuas.
Otro ejemplo es la próxima competencia interna en el PAN de León, por la presidencia del Comité Municipal. La rivalidad entre los dos grupos interesados por controlar la principal ciudad del estado, provocará que se confronten en una lucha desigual. El oficialismo controla a mil panistas que, sospechosamente, no pueden ser localizados, pero que serán llevados a votar el día de los comicios. El piso está tramposamente cargado a favor del contendiente de la nueva oligarquía azul. Allí veremos como funciona la “Ley de Hierro”.
El nuevo grupúsculo sueña con el control de las candidaturas de León, especialmente la de la alcaldía. Estas serán dosificadas por Aldo Márquez, Juanita su secretaria y su operador, Antonio Guerrero, que será el nuevo presidente del PAN León, al precio que sea. Asumiéndose como los herederos del autoritarismo dieguista, este grupo delira ante la elección de 2030. El pastel completo puede ser suyo, piensan. Su prioridad no es el gobierno de Libia García, más allá del reparto de dádivas. La “Ley de Hierro” los condiciona, deben imponer sus intereses oligárquicos y controlar las candidaturas. Van por todo, y desean que en el PAN, solo su voluntad cuente.
