El Banco de México cumple 100 años. Es una de las instituciones más sólidas del sistema político y económico del país. La versión que hoy tenemos es la mejor de nuestra historia. Durante décadas, el banco dependía del humor presidencial. Sin independencia, estaba en manos de buenos presidentes y secretarios de Hacienda talentosos como Antonio Ortiz Mena, o de locos como Luis Echeverría y José López Portillo que lo desfondaron dos veces.

Carlos Salinas de Gortari, el gran visionario, lo convirtió en una institución autónoma para dar estabilidad a la economía. Como infortunio, al final de su mandato, el banco y la economía mexicana estuvieron a punto del default. Sería Ernesto Zedillo quien, con el gran sacrificio de los años 1995 y 1996, le daría la solidez y autonomía que ayudó todos estos años a evitar crisis financieras al país. En mucho, gracias al Fobaproa.

Con disciplina, el banco llega a reservas de 243 mil millones de dólares. Su mandato único es controlar la inflación, no es el crecimiento ni el empleo. Su herramienta es la tasa de interés. El problema es el poco rendimiento de sus activos. Diríamos que tiene el espíritu de una viuda. El año pasado los réditos ganados del Banxico fueron solo del 4.8 %. El 80 % de sus inversiones las goza el Tesoro de los Estados Unidos (financiamos al Tío Sam). Tiene algo de oro, otras monedas, otros bonos y derechos de giro del FMI que no le dan buenos frutos, solo seguridad.

Llega el tiempo de pensar en un fondo soberano de inversión como lo tienen muchos países. El campeón en rendimiento el año pasado no fue Noruega, ni siquiera China, los Emiratos, Arabia Saudita o Singapur con sus enormes fondos, fue Nueva Zelanda, que obtuvo un 16 % sobre su inversión de unos 70 mil millones de dólares. Son audaces.

La ventaja de los países del primer mundo bien administrados es que pueden arriesgar más. Para México sería una locura dedicar todas las reservas del Banxico a inversiones de riesgo. Sin embargo, hay ejemplos de inversiones gubernamentales sensatas y conservadoras con el doble del rendimiento. El fondo de Corea del Sur llegó al 8.4 % de rendimiento en 2024, casi el doble que las reservas mexicanas.

El mejor ejemplo: Noruega es el país más rico del mundo por habitante. El petróleo del Mar del Norte les da una fortuna de dinero que invierten en todo tipo de empresas transnacionales, la mejor forma de conservar y acrecentar su riqueza. A finales de junio, el fondo soberano contaba con 1.94 billones de dólares (millones de millones). Con acciones, bonos internacionales, bienes raíces y algunas empresas ecológicas. Noruega tiene 5.6 millones de habitantes. Si dividimos ese patrimonio, casi líquido, le toca a cada ciudadano unos 346 mil dólares. Los noruegos no necesitarían trabajar durante varias generaciones si sus ahorros siguieran creciendo. El rendimiento del año pasado fue del 13 %. A cada uno (mujeres, hombres y niños), les tocarían 46 mil dólares anuales de dividendos.

El secreto de su verdadero “bienestar” está en el ahorro de la explotación de petróleo de las empresas gubernamentales. Cuidaron de no petrolizar su economía y destruir sus ingresos tradicionales como la pesca y otras actividades productivas tradicionales. Sobra decir que, como país nórdico, es el que tiene la mejor calidad de vida, no solo por su riqueza sino también por su cultura y desarrollo humano. (Continuará)
 

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