El Instituto Estatal Electoral (IEEG) y el Tribunal Estatal Electoral fueron creados en noviembre de 1994 por el nuevo Código de Instituciones y Procedimientos Electorales de nuestro estado. Coronaron una larga lucha por establecer organismos que garantizaran a los guanajuatenses elecciones auténticas, basadas en el derecho humano para que cada persona vote en libertad, por los candidatos de su preferencia. Ese momento culminaba una sorda confrontación del PAN con los resabios priístas, que se resistían al cambio dentro de la Comisión para la Reforma Política del Estado de Guanajuato (CORPEG), de donde Acción Nacional debió retirarse temporalmente, frente a las maniobras que trataban de implementarse desde la secretaría de gobierno para descarrilar el proceso. El ideal sobre el que se montaba toda la operación política, que regularía la transición guanajuatense, debía consolidarse firmemente en esta reforma electoral de gran calado, que sería el antecedente del Instituto Federal Electoral de 1996.

Nuestro proyecto surgió, en parte, bajo la inspiración del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), con sede en Costa Rica, organismo creado desde la misma Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El instituto contaba con el Centro de Asesoría y Promoción Electoral (CAPEL), dedicado a la observación de los procesos electorales y a la cooperación técnica con los países miembros de la OEA. Para el caso de Guanajuato, que abría la puerta de México, contamos con la colaboración decidida de su directora, una connotada política costarricense: Doña Sonia Picado; del joven politólogo Daniel Zovatto y en especial de Don Rafael Villegas Antillón, recién nombrado, en aquellos tiempos, presidente del Tribunal Supremo de Elecciones de Costa Rica. Villegas se asumió como tutor e influyó en el diseño de las instituciones electorales guanajuatenses.

La larga experiencia democrática de Costa Rica le venía muy bien a nuestra transición. Se trataba de una nación con dimensiones equivalentes a las de nuestro estado. Pero a diferencia del contexto electoral mexicano, dedicado a controlar las elecciones a contentillo del gobierno, los ticos habían apostado por construir órganos electorales sólidos, que propiciaran un ambiente de democracia plena. En 1992 se trataba de dar el gran paso, romper la hegemonía del PRI, sustentada en leyes a modo para hacer trampas. 

Desde el IIDH nos ayudaron a coordinar una gira por Sudamérica para conocer varias experiencias electorales: la de Costa Rica, Chile y Uruguay. Y allá fuimos a dar con una importante comitiva guanajuatense encabezada por el propio gobernador, el rector de la UG y representantes de los partidos. También participamos en cursos sobre cuestiones electorales organizado por CAPEL, donde trabamos relación con el importante politólogo alemán Dieter Nohlen, un agudo especialista en elecciones y sistemas electorales de América Latina. 

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