Disculpen si vuelvo por el tema de los alienígenas y sus naves espaciales. No sé si quedé tocado desde la reseña La cara oculta de México (Guía 572; Tachas 600) o con Pasaporte a Magonia (Guía 597; Tachas 628), sin mencionar al Eternauta de Oesterheld (Guía 592; Tachas 623) y Matadero 5 de Vonnegut (Guía 595; Tachas 626), pero regresaré otra vez por estos derroteros de la mano de Avi Loeb, astrofísico director desde hace casi 15 años del departamento de Astronomía de la universidad de Harvard. Miembro electo de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias, de la Sociedad Americana de Física, y de la Academia Internacional de Astronáutica, menciono sólo algunos de sus títulos para dejar claro que pertenece al establecimiento científico formal y de mayor nivel en la actualidad.
Gracias a Extraterrestre, publicado en 2021, Loeb obtuvo reconocimiento internacional por atreverse a romper un paradigma de la ciencia: aceptar la posibilidad no sólo de que hay vida inteligente fuera de nuestro planeta, sino que ésta puede ser capaz de enviar naves a través del espacio hasta llegar a nosotros.
El objeto en cuestión fue llamado Oumuamua, nombre en hawaiano que significa “un mensajero de lejos que llega primero”, descubierto el 19 de octubre de 2017 cuando ya se encontraba en trayectoria de salida de nuestro sistema solar. Loeb y diferentes equipos que compilaron información de diversos telescopios a lo largo del mundo se deslumbraron por las extrañas características que presentaba y dedujeron de forma categórica, mediante el método científico, que no se trataba de un simple asteroide o cometa, sino de un artefacto metálico, dado sus niveles de reflectancia, de varios cientos de metros de largo. Además, su trayectoria y capacidad para acelerar o desacelerar no seguía los patrones normales de un objeto sideral a los que estaban acostumbrados a detectar.
En Extraterrestre, Loeb compila sus teorías y las sustenta con la evidencia de que dispusieron tras allegarse aún más datos a lo largo de varios años. Su teoría podría resumirse en que Oumuamua era de origen artificial, posiblemente un fragmento de alguna nave mayor que empleaba propulsión de vela solar (invento en el que ha trabajado desde hace años a través de la iniciativa Breakthrough Starshot). Suena muy difícil de digerir, sí, pero no imposible.
Loeb dice que si atendemos a que hay aproximadamente mil trillones (o 1.000.000.000.000.000.000.000) de planetas habitables en el universo observable, es muy posible que en algunos de ellos exista vida lo suficientemente inteligente para construir artefactos de este tipo. Algo que debería llamarnos a la humildad y a pensar en cómo detectar y estudiar este tipo de fenómenos cuya probabilidad es mucho mayor a la existencia de multiversos u otras dimensiones.
Si el tema le parece indiferente, cierro este comentario con otro descubrimiento de fecha reciente. El telescopio de ATLAS, en Río Hurtado, Chile, detectó el pasado 1 de julio el cometa 3I/ATLAS, un objeto enorme, también proveniente del espacio exterior, que atraviesa nuestro sistema solar a unos 221.000 kilómetros por hora.
El pasado martes, 22 de julio, Loeb y otro grupo de investigadores presentaron un estudio donde explican “diversas características anómalas, determinadas mediante observaciones fotométricas y astrométricas”. Y esgrimen la hipótesis de que 3I/ATLAS “podría ser tecnológico y posiblemente hostil, como cabría esperar de la resolución del “Bosque Oscuro” y la “Paradoja de Fermi”. Para más detalles puede leer texto completo en: https://arxiv.org/pdf/2507.12213
Creo que va mucho más de ciencia que de mera especulación o de ciencia ficción. A pesar de las constantes alusiones personales y biográficas de su autor, estoy seguro que Extraterrestre es una lectura interesante por el cambio de paradigma que representa.
Comentarios a mi correo electrónico: [email protected]
