Recordemos que, en Guanajuato, durante el oscurantismo de la derecha yunquista, arrancaban las hojas a los libros de Biología donde aparecían ilustraciones de órganos reproductores del cuerpo humano, se protestaba contra el condón, la píldora y la educación sexual en escuelas públicas, disque “porque era una inducción al pecado”.
Pero la gobernadora Libia Dennise, despojada de aquellos atavismos retrógrados, ha dado un paso trascendental al anunciar la implementación en escuelas públicas del programa: “Educación Sexual para la Toma de Decisiones”. La iniciativa, largamente postergada en una entidad dominada por dogmas y prejuicios heredados, busca enfrentar algunos de los más graves problemas de salud y justicia social: el embarazo infantil, maternidad, enfermedades de transmisión sexual y discriminación por género.
Apenas hecho el anuncio, no tardaron en aparecer los emisarios del pasado, los custodios del oscurantismo que, una vez más, alzaron la voz para denostar una medida tan sensata como necesaria. Frente a ellos, la Gobernadora dio la cara y respondió con claridad: “Es importante no estigmatizar la educación sexual”. Subrayó que este programa es un compromiso del Estado con la juventud, con su derecho a la información científica y su libertad para construir un proyecto de vida digno y responsable.
El programa contempla el ejercicio responsable e informado de la sexualidad, la planificación familiar, la maternidad y paternidad responsables, la prevención de enfermedades y la detección oportuna de conductas de riesgo.
Durante años, Guanajuato ha sido rehén de visiones medievales. Como recordaba Verónica Cruz, fundadora de la organización Las Libres: “El estado de Guanajuato aún vive en la Edad Media, con sus leyes católicas y sus gobernantes clérigos”. No exagera: niñas de 16 años que sufrieron abortos espontáneos fueron encarceladas con penas desproporcionadas de hasta 27 años. En este contexto, se castiga más a la que aborta que al violador.
Desde que Carlos Medina asumió la gubernatura de forma espuria, el estado ha sido sometido a un largo periodo de fanatismo religioso institucional. Como alcalde de León, Medina prohibía conciertos de rock y reprimía a la juventud en espacios públicos como la Concha Acústica del Parque Hidalgo. Su supuesta beatitud lo iluminó para encabezar procesiones al Cubilete, en estado casi místico con los ojos en blanco, como si la virgen le hablara…
Con Juan Manuel Oliva, todo empeoró. Llegó el Yunque y tomaron relevancia figuras como “Pedro”. Elías hablaba sin tapujos de alucinaciones divinas: “Me arrodillé y oré días enteros, hasta que vino la revelación: ‘Juan Manuel Oliva, gobernador’”. Por desgracia, le tomaron el pelo las voces que escuchaba, y Oliva fue un alucinante fraude.
Entonces, se prohibió la educación sexual, se estigmatizaron temas de género, se recortaron libertades, se censuró a la prensa y hasta el arzobispo Rábago acompasó esas medidas prohibiendo las minifaldas, escotes, strapless o pantalones entallados en los templos, “porque inducían pensamientos pecaminosos”. La moral impuesta se volvió ley. Así, se legalizó la moral y se moralizó el Derecho. Sin embargo, algunos gobernadores han tenido doble moral: les asusta el sexo, pero son amantes de lo ajeno.
Hoy, con el nuevo embate de la ultraderecha, “Abogados Cristianos”, que amenaza con una denuncia penal contra la Gobernadora por supuestamente “ideologizar menores” y “promover el aborto”, queda claro que la pulsión de someter al Estado al dogma religioso no ha desaparecido: solo ha mutado de siglas. Pero su esencia es la misma: el miedo al conocimiento, la negación de los derechos y el control de los cuerpos y conciencias ajenos.
Frente al oscurantismo, Libia Dennise ha elegido la luz. Ha decidido gobernar con perspectiva de derechos y no de catecismo; con principios democráticos y no creencias absolutistas.
La educación sexual no destruye, sino construye. No corrompe, sino orienta. No despoja a nadie de su fe, pero sí protege a las niñas y jóvenes de la ignorancia, la violencia y la culpa. Gracias a este programa, los estudiantes podrán nombrar sus cuerpos sin miedo ni vergüenza, entender sus procesos hormonales sin fantasmas morales, y ejercer su sexualidad con responsabilidad, salud y dignidad.
Por ello, es de celebrar el paso firme de la Gobernadora, ha decidido avanzar y dejar atrás el oscurantismo. Y ese avance, en defensa de las libertades, la ciencia y la juventud, merece no solo reconocimiento, sino acompañamiento ciudadano.
