Gente querida: “Anclados en la Esperanza: Peregrinos con los jóvenes”, es el libro conmemorativo que escribí sobre la trayectoria de “Ciudad del Niño Don Bosco”, el proyecto educativo que ha albergado y formado en diferentes etapas históricas, a más de 20,000 niñas, niños, adolescentes y jóvenes en vulnerabilidad social. En 1960 llegan los salesianos a este enorme albergue hospitalario que la ciudad ha tenido, con historias que fueron transformadas, gracias a que sus puertas se abrieron para acogerles, en aulas e internados. La Hacienda Santa Rosa, aunque construida en el siglo XVII, inició su vocación como refugio con la niñez polaca en 1943, trabaja desde 1951, como orfanato, internado, escuela, talleres y abierto hace pocos años, a ser también, centro de reinserción social de jóvenes.
La realidad de la orfandad en México y León, en los años 50, era enorme. El P. Yermo y Parres fue el primero que crea obras para atenderles. Nacían también, obras sociales como JOLGUABER (Juventud Obrera Leonesa Guadalupana Berckmans) fundada por el jesuita Javier Gutiérrez Olvera S.J. en 1954, como respuesta a la necesidad de “rescatar de la ignorancia a los hijos de la clase obrera”, dándoles oportunidad de aprender a desarrollar sus capacidades a través del conocimiento académico y humano. En el libro, narro el entorno que propició la formación de orfanatos católicos en León y cómo, el Rector Mayor de los salesianos, envía como delegado al P. Eneas Tozzi, pues en León había crecido enormemente la devoción a Don Bosco y María Auxiliadora y para atender la petición del Obispo de León, de que vinieran los salesianos a la ciudad.
¿Cómo donan la hacienda Santa Rosa para que sea orfanato? Una vez dada la salida de los refugiados polacos de Santa Rosa en 1947, Rafael González Muñiz, dueño de la hacienda hasta el año 1954, donó la hacienda al P. Marceliano Ruiz a partir del interés de las “poquianchis” que querían apoderarse de la hacienda. El incremento de menores en desprotección, era un reflejo de la problemática social. La niñez en desprotección crecía dado que la falta de leyes y la situación económica provocada por la segunda guerra mundial, ponía condiciones de abandono a los menores.
Estrictamente, los orígenes de la “Ciudad del Niño Don Bosco”, se remontan al año 1940 en el corazón de la ciudad de León, por el espíritu apostólico del sacerdote diocesano Marceliano Ruiz quien, inspirado en la obra de San Juan Bosco, responde a las necesidades de los niños y jóvenes desamparados de su parroquia. El P. Marceliano, en el anexo del templo de San José de Gracia del Barrio Arriba, comenzó a reunir aproximadamente 20 niños huérfanos que provenían de la misma comunidad, para que fueran aprendices de talleres de zapatería, sastrería y carpintería. El Padre Ruiz se encontraba solo haciendo frente a la carencia de un lugar para dormir, a la falta de equipos y personal, aunque contaba con el apoyo de bienhechores, y la ayuda de zapateros y curtidores para enseñar a los muchachos, formó una pequeña comunidad que requería de un edificio más apropiado. Se crea en 1951 “Ciudad del Obrerito Pobre” A.C., cuyo objetivo era “la formación integral de los niños y jóvenes abandonados sin fines de lucro”. Formaban parte de esta obra, generosas familias leonesas, como los Rodríguez, los Zermeño, los Gutiérrez, los Torres Segovia, los Ruiz Cornejo, los Pons, Fernando Tejada, Rafi Yamin, Nicolás Montes. Jr., José Julio Ramírez, Jorge Vázquez Gómez, Gallardo, los Sojo y los Mena.
Este septiembre del 2025, se cumplen 65 años de la llegada de los salesianos a Santa Rosa, de lo que hoy es Proyecto Niños Don Bosco, por lo que el libro es un tributo testimonial de historias de quienes son ahora “buenos cristianos y honrados ciudadanos”, como lo quería Don Bosco. El libro es una recopilación de este proyecto educativo, ligado a la creación de las escuelas para internos y externos y del esfuerzo de educadores laicos y salesianos, con el apoyo generoso de instituciones, gobierno, empresas y familias. Les invito a los festejos el sábado 27 de septiembre. El libro “Anclados en la esperanza”, describe el caminar que tenemos los adultos, haciendo la historia de la Ciudad del Niño Don Bosco, para dejar un legado de fe, en que este mundo siempre será posible mejorarlo.
