Al Presidente norteamericano Harry S. Truman le atribuyen esta frase dedicada a sus colegas que no aguantaban la crítica: “Si no soportas el calor, ¡salte de la cocina!”. El lunes pasado, el “líder” de la bancada morenista en el Senado, G. Fernández Noroña, declaró que ser político es “desgastante e inhumano”. Siendo así, la recomendación lógica para el señor es que abandone la política y se dedique a otra cosa.
Intentaba, con su lloriqueo/queja, defender a su colega Adán Augusto López, por las implicaciones derivadas del hecho de que, cuando gobernó Tabasco, nombró y sostuvo a un jefe policiaco, Hernán Bermúdez, que presuntamente resultó ser el líder de una banda criminal. Lógico y supremamente democrático resulta que, por este hecho, el Senador López tenga que responder y explicar, y que una autoridad imparcial investigue.
Omar García Harfuch, titular de la SSPC, afirmó ayer que a Bermúdez se le investigaba desde 2024, cuando AAL era Secretario de Gobernación. ¿Y Noroña piensa que tener que responder por esta traición al pueblo es “inhumano”? ¡No, señor! Inhumano es lo que presuntamente hizo Bermúdez como líder del cártel llamado La Barredora: extorsión, ejecuciones, tráfico de personas, robo, secuestros y etcétera.
No se miden: creen que como funcionarios públicos no están obligados a rendir cuentas y a responder por sus acciones (e inacciones). ¿O pretenden que la opinión pública nacional ignore la aberración acontecida en Tabasco bajo el Gobierno de AAL?, ¿que quede impune, que se minimice y que no sea investigada? Si eso creen, no sólo requieren salirse de la cocina, sino ingresar a un sanatorio psiquiátrico para una evaluación completa.
Clásico pecado de la 4T: creen que es más importante salvar al partido, a su movimiento, al “mesías”, antes que defender la ley y la justicia, que en Tabasco fueron traicionadas de la manera más ruin, pues quien debería cuidarlos hacía justo lo contrario: abusar de su puesto y atentar violentamente contra los derechos de los ciudadanos.
Caso similar nos presenta el otro “líder” morenista, éste el de los diputados, quien pregona la austeridad, pero no la practica, pues fue sorprendido desayunando en el hotel más fifí de Madrid, el Villa Magna, y para justificarlo afirma que tiene derecho a pasear y que gasta su propio dinero. ¡Equivocado! El dinero que trae en la bolsa Ricardo Monreal proviene del erario, se lo paga el pueblo y al pueblo tiene que rendirle cuentas. No pueden Monreal y sus compañeros hablar de austeridad o de que “el pueblo es primero”, y al mismo tiempo gastar en lujos personales y darse vida de magnates idéntica a la de los “fifís neoliberales” que tanto fustigan. Se han convertido exactamente en lo mismo que sus antecesores, a los cuales llevan siete años golpeteando y además los emplearon como pretexto para debilitar los cimientos de nuestra joven democracia.
Tanto Monreal como Noroña son artífices de la destrucción del Poder Judicial, de los organismos autónomos, de la independencia del INE, y se preparan para realizar una ignominiosa reforma cuya pretensión será desaparecer a la oposición para imponer el totalitarismo de Morena y la ideología obsoleta y -ésta sí- desgastada de su Mesías Macuspeño. Estos señores que no tienen el nivel requerido para representar al pueblo; inútil resulta que lloriqueen haciéndose las víctimas, cuando en realidad son los verdugos.
Lo que les pasa hoy es lógica consecuencia de sus actos autoritarios, de su tendencia totalitaria, de su desprecio por las reglas y procedimientos de las democracias: en suma, de haberse prestado, solícitos, a la instalación en México de un esquema de Gobierno autoritario que busca no el bien de México, sino el sometimiento de sus ciudadanos, de la imposición a la brava de una sola manera de pensar -la de ellos-, al tiempo que satanizan toda disidencia, oposición o la visión de un México plenamente insertado en el concierto de naciones primermundistas.
No se quejen, pues: en el pecado llevan la penitencia.
