La pasada semana, los medios en el estado de Guanajuato narraron la extraña y sospechosa entrega, al final del mandato del exgobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, de una jugosa concesión carretera a una constructora guanajuatense. El negocio huele mal después del escándalo de la “Casa Azul”, y por ello, el aquelarre carretero creció rápidamente.
Este espacio participo con una opinión sobre el caso, pero hubo otras columnas que dieron cuenta de la mala apariencia de la concesión- obsequio del gobierno saliente a una empresa privada. Ésta, acosada por las críticas, decidió manifestarse y explicar su posición en una publicación “A la opinión pública”. De tal manera que como parte de los críticos, no queda más que dar respuesta a sus asertos mediante esta entrega semanal.
De la lectura del desplegado nos informamos que se trata de la empresa VISE, acrónimo de Villanueva y Serra, una constructora muy conocida en León, que  recibió durante el gobierno de Sinhue un monto de 5,000 millones de pesos en contratos.
En su introducción nos manifiesta VISE su alto prestigio a nivel nacional que creen haber logrado. También nos ilustra sobre su liderazgo en asociaciones público-privadas en carreteras de cuota. Tomamos nota de ello. En sus siguientes párrafos, evoca los tropiezos del viejo proyecto de la Autopista Silao-San Miguel Allende, abandonado por inviable, hasta intentar ser rescatado por el estado, entregando como regalo la explotación de la autopista Guanajuato-Silao.
Y aquí inicia la parte interesante, en donde VISE comienza a desgranar información valiosa para sus críticos. Así nos informa sobre la licitación que ganó gracias al abandono de 13 empresas que no presentaron propuesta alguna, lo cual refrenda nuestra desconfianza en el proceso. A continuación viene la lista de obligaciones a que se compromete como concesionario: Rehabilitar los 13.5 km de la supercarretera Guanajuato-Silao, que no se encuentra en malas condiciones, y en la construcción de un nuevo complejo de casetas de cobro y oficinas, las cuales ya estaban proyectadas. La sensación es que solo le darán una manita de gato a este camino. En cuanto a la reubicación de la caseta, solo se trata de mejorar el cobro de los flujos de dinero para VISE.
Y luego viene lo bueno, nos sorprenden comunicándonos que la construcción de la autopista entre Silao y San Miguel, será una obra épica de 52.17 km con 6 entronques, 47 puentes y la ejecución de más de 7 millones de metros cúbicos de excavaciones y terraplenes que equivale a 1 millón de camiones de acarreando materiales durante dos años, lo que significa 1,428 tolvas diarias trabajando en la construcción. Pero lo que no nos dice la empresa es que el camino no llega a San Miguel, sino a una ranchería llamada Rancho Nuevo Villa de Guadalupe, que se encuentra ¡a 20 km. de San Miguel! Chequen el detalle: el destino objetivo está ubicado a mayor distancia que la supercarretera entre Guanajuato y Silao. Tampoco nos informan que lo que se construirá es una vía tipo A2 de 12 metros de ancho, de solo dos carriles… no vayan a pensar en una supercarretera de cuatro ¿eh? Su precio sería superior a los 150 pesos por cuota, si se compara con los costos de la carretera tipo A4 Guanajuato –Silao.
Luego ponen en conocimiento datos sumamente delicados e interesantes. El primero es que aún no cuentan con proyecto ejecutivo. ¿Cómo costean la carretera sin proyecto ejecutivo a la mano? Peor aún, todavía están en trámite los permisos ambientales, de cruces hidráulicos y la liberación del derecho de vía. Habrá que mirar con lupa la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), un verdadero postre para abogados especialistas en el tema. Y aún resta la movilización política de los ciudadanos inconformes. Aquí la empresa asume grandes riesgos.
Remata la carta de VISE transparentando el costo de la obra en 6,091 millones de pesos. Pero nosotros poseemos unos datos importantes. La concesión se otorga, por ley por 30 años, con opción a renovarse por otros 30. La carretera Silao-Guanajuato rinde ingresos al estado por 250 millones de pesos al año. Me indica un financiero de confianza, que con ese flujo se puede obtener un crédito a 30 años con tasa real anual de 4.33 efectiva, de 4,154 millones de pesos. O sea que el Gobierno podría obtener un crédito del 70% del costo de la obra sin problema. Entonces ¿por qué tanto brinco estando el suelo bien parejo? Por 1,937 millones de pesos, no tiene sentido entrar a un esquema de concesión, obsequiando a un privado un activo valioso. Ahora huele peor el asunto.
 
 

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