Fracasó en México más la política de los “abrazos, no balazos”, que la “declaración de guerra contra los malosos”. Fueron los extremos.
Por un lado, la de AMLO, de una clara alianza con los malosos y por otro, la de Calderón, que no veía en las desigualdades sociales, las causas de tanto crimen. Pero la que objetivamente fue catastrófica, fue la era de AMLO. Doscientos mil muertos y territorios del País, sin control por parte del Estado mexicano y la corrupción gubernamental más grave que hemos tenido.
Los estudios de opinión coinciden en que la población mexicana está harta de la inseguridad, pero no está de acuerdo en que se aplique con firmeza la ley para que se pacifique al País. Es todavía mayoritaria la postura de la población (podría ser alrededor del sesenta por ciento), que considera que es mejor “llevar la fiesta en paz”, que “aplicar la ley y poner orden”.
La tradición liberal de la sociedad mexicana, considera que la cultura mexicana de permisividad, de violación sistemática de las normas de convivencia, no permite que se aplique la ley. “Así somos los mexicanos”, se dice. Es más fácil obtener dinero rápido que por la vía del trabajo y el estudio.
Lo vemos en todos los niveles: tirar basura, infringir reglas de tránsito, hacer negocios sucios, ofrecer “mordidas”, extorsionar, bloquear vías de comunicación, todo, es permitido en México, pues no hay castigos. Todo, es incentivo para que, desde las edades tempranas, tengamos la cultura de ver a diario, la impunidad.
Otra parte minoritaria de la población (podría ser alrededor del 40% del electorado), considera que necesitaríamos la “vía Bukele”, es decir, la aplicación con “mano dura” de la ley. Esta es la estrategia que el Presidente del Salvador implementó para acabar drástica y exitosamente, con el crimen en su País, al aplicar sin miramientos la ley. Bukele, un empresario exitoso, -encumbrado por la plataforma del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional), partido con plataforma política de izquierda-, se ha posicionado internacionalmente por haber decidido declarar un “estado de excepción”, para controlar y acabar con las pandillas que asolaban a su País.
Aún cuestionado por organismos de derechos humanos, la experiencia Bukele es hoy, un referente de cómo sacar adelante a un País gobernado por la violencia.
Bukele pidió a los pandilleros que “se entregaran” y “pagaran” por crímenes. Dijo que esa “es la única alternativa que tienen”. No abrazos, sino aplicación de la ley. Estas medidas bajaron claramente la delincuencia en su País. Advirtió a los miembros de “maras” aún no detenidos bajo el régimen de excepción, que serían castigados, aunque hoy, las cárceles estén llenas. Lo hizo, en tanto trabajó junto con todos los partidos políticos en generar crecimiento y desarrollo económico.
En nuestro País, desde hace 7 años, se buscó sin éxito, atacar las raíces del problema, pero ofreciendo “abrazos, no balazos”. Es cierto que la solución de fondo a este País tan injusto y dividido, nos deberá tomar años o décadas. Pero ver a niños y a adolescentes en las filas del mal, nos debe llevar a acciones más vigorosas como sociedad, para crear más oportunidades y caminar hacia una sociedad más justa.
En este entorno, surgió de las filas de Morena, el alcalde independiente de Uruapan, Carlos Manzo, quien decidió seguir “la vía Bukele”, aplicando la ley y su fuerza, para pacificar esa región del vecino Michoacán.
Sorprende, por un lado, el alto nivel de votación que obtuvo en las elecciones que le dieron el triunfo, así como el respaldo popular que tiene actualmente. La baja en los índices de delitos es ya una evidencia de esta política pública.
A nivel nacional, la presidenta Sheinbaum, no pudo sostener desde su campaña, el apoyo a los “abrazos, no balazos” de AMLO, pues era imposible hacerlo, ante el fracaso rotundo que tuvo y así, paulatinamente, sin desatender las causas, cambió ya la estrategia de alianzas con el mal, a la de cumplimiento firme de la ley. En ese entorno, es que Manzo, el “hombre del sombrero” en Uruapan, atrae nacional e internacionalmente la atención, pues se plantea como una alternativa de gobierno que gana cada vez más adeptos, pues se le considera ya, el “Bukele mexicano”.
