Sorry por el trabalenguas.

Este término etíope significa “vida colectiva” y quizás encierra un ingrediente necesario para salir de la malaria que agobia al planeta.

Llegué al mismo tras reflexionar sobre el valor de la comunidad después de la boda reciente de mi hijo Daniel con mi fantástica nuera Keya Teklu.

Daniel y Keya se conocieron hace tres lustros al estudiar su carrera en Stanford.

Tras una gran amistad iniciaron su camino juntos hace dos sexenios (muy bien aprovechados, ¡¡¡ojalá fuera así en la política!!!)… y recién se casaron en Cancún.

Una boda preciosa y única. Aunque todo padre piensa lo mismo, te doy una razón contundente de mi aseveración: la familia de Keya.

Sus padres y muchos de sus familiares son emigrantes etíopes que llegaron a enriquecer a Estados Unidos (de lo que se pierde Trump con sus estúpidas políticas migratorias) con su trabajo y tradiciones.

Llegamos por fin a “mahiberawi nuro”.

“Existe un fuerte enfoque comunitario en la cultura etíope. Las personas suelen depender mutuamente de sus familiares y vecinos. Dado que no se puede confiar en el gobierno para proporcionar apoyo social, el bienestar de cada persona suele depender de la generosidad de su familia y amigos”, explica el sitio Cultural Atlas.

100% evidente.

Admito, soy un neófito en la cultura etíope. Pero, bueno, soy un observador nato y un chismoso profesional.

¡Ja, ja, ja… gajes del oficio!

El enfoque comunitario fue evidente en la boda, empezando por la vestimenta, que era fantástica y coordinada. Cada tribu, me explicaron, tiene sus colores y sus estilos.

Se notó a leguas: una muestra perfecta del orgullo comunitario.

¡Y los rituales y el baile! Cánticos y ritmos para desear a los recién casados los más abundantes y explícitos parabienes.

Vida larga. Vida feliz. Muchos hijos. Salud. Riqueza. Plenitud.

Comunidad.

“Totalmente, es muy común ayudar y contribuir de forma comunitaria. Por ejemplo, hace años mi familia fue de vacaciones a Toronto y nos quedamos con la hermana del esposo de mi tía y su familia, aunque no los conocíamos. Es una cultura muy interdependiente”, me explicó Keya tras preguntarle si Cultural Atlas acertaba en sus explicaciones.

Y sí, dio en el clavo.

Mahiberawi nuro.

“Muchas conductas que son normales en la cultura occidental serían consideradas ‘egoístas’ en la cultura etíope”, concluye mi nuera.

¿Tema de negocios? No lo dudes. Tema en la oficina, la política y la vida. Porque cualquier sociedad requiere mantener un espíritu comunitario a través del tiempo para triunfar sostenidamente.

Quizá eso es parte de lo que hoy nos falta.

Vivimos en la ironía máxima: estamos más desconectados que nunca precisamente cuando dizque estamos más conectados que nunca.

No nos escuchamos. No podemos debatir. No aceptamos la posibilidad de estar equivocados. No atisbamos ni un poquito la posibilidad de que exista algo bueno en las ideas del que piensa distinto a nosotros. No cedemos. Nos exaltamos a la menor provocación. Vivimos irritados e iracundos. Etiquetamos e insultamos. Disfrutamos poco ante tanto ajetreo y pleito.

Paradójico: taaanto progreso nos atrasa en algunas cosas.

¿Qué hacer?

Quizá una posible respuesta está en algunas de las costumbres de este país africano, cuna de la civilización.

Aquí te van 3 sugerencias que se desprenden del Cultural Atlas:

1. Yilugnta (desinterés o conciencia pública). Poseer una preocupación desinteresada por los demás, independientemente de la propia situación. El yilugnta lleva a las personas a ser más hospitalarias, inclusivas, enfocadas en la comunidad y cooperativas.

2. Tolerancia y paciencia. Practicar más la moderación, buscar más tranquilidad y menos confrontación. Tolerar más las molestias. Atender al necesitado, al amigo o al pariente, aun si llega en un momento inconveniente.

3. Estoicismo. Cargar nuestros problemas menos a los demás. Evitar tanta queja sobre nuestras dificultades personales.

Nada mal, ¿no crees?

Más nosotros, menos yo.

Más comunidad.

Más mahiberawi nuro.

¿Nos apuntamos?

Posdata. Por supuesto, no sorprende: control de precios en rentas. Una “solución” pentonta que provocará lo contrario a lo que busca: escasez y alza de precios. Al tiempo…

 

En pocas palabras…

 

“Si no te importa, no puede haber comunidad”.

Anthony J. D’Angelo, escritor estadounidense.

 

Twitter: @jorgemelendez

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