Foto: AM.

¿ALGUIEN VIO dónde quedó el fin de semana? Entre la conversión de Ovidio Guzmán de narco a santo, los desplantes de su abogado y ahora la nueva sorpresa arancelaria de Donald Trump, en varias oficinas del gobierno federal no han tenido descanso.

LO PEOR del asunto para la administración de Claudia Sheinbaum es que se trata de problemas heredados de AMLO. Y es una herencia directa, no porque el presidente los dejara sin atender, sino porque él mismo los creo.

SÓLO PARA hacer memoria, fue López Obrador quien, primero, ordenó liberar a Ovidio cuando había sido capturado por el Ejército allá por el año 2019.

FUE EL MISMO mandatario quien presionó para que Estados Unidos soltara al general Salvador Cienfuegos, al que había detenido por narcotráfico. A regañadientes, pero lo devolvieron a México por la promesa de que aquí sería juzgado. La realidad: en cuanto llegó lo dejaron libre y a los gringos no se les olvida esa mala jugada.

Y RESPECTO de los aranceles de 30 por ciento anunciados por Trump, al ligarlos directamente con el tráfico de fentanilo, el asunto también salpica a AMLO por su política de “abrazos, no balazos” que cobijó el crecimiento de los cárteles y sus operaciones delictivas.

AUNQUE EN LOS HECHOS Sheinbaum y su equipo han tratado de corregir el camino, la necesidad de mantener el mismo discurso de su antecesor simple y sencillamente no le ayuda.

 

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FINALMENTE se confirmó que el ex jefe de la Policía de Tabasco Hernán Bermúdez Requena enfrenta una orden de aprehensión por haber encabezado (¡él mismo!) al principal grupo delictivo de la entidad, conocido como “La Barredora”.

DESDE FEBRERO se decía que al ex funcionario ya se le había abierto un proceso penal, pero fue apenas ahora que el general Miguel Ángel López Martínez, comandante de la 30 Zona Militar, confirmó que existe tal mandato judicial y que, además, el ex policía huyó del país y le han seguido la pista por Panamá, España y Brasil.

LO QUE RESULTA increíble en esta historia es que Bermúdez Requena fue denunciado por el gobernador Javier May, quien además responsabilizó a sus dos antecesores: Adán Augusto López y Carlos Merino.

PERO A PESAR de los señalamientos, ni quién voltee a ver al líder de Morena en el Senado, como si lo cubriera una capa de impunidad, perdón, de invisibilidad.

 

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UN TRIBUNAL FEDERAL tuvo que recordarle a Layda Sansores que criticar a los políticos no es delito, sino deporte nacional. Los magistrados echaron abajo la condena contra un periodista y un medio de Campeche a los que la gobernadora pretendía censurar. Según la morenista, la labor periodística incitaba al odio. Claro: a los excesos, el autoritarismo y los manejos dudosos del presupuesto todo el mundo los ama.

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