El azul se está convirtiendo en el color de la corrupción en Guanajuato. Luego de un largo periodo de lucha incesante de muchos militantes, pacientes, decentes y esforzados que se sumaron a las filas de Acción Nacional, bastaron unos cuantos años para terminar atrapados en las garras de una corrupción galopante, conformada por una gavilla agrupada alrededor del exgobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.

Hace algunos días explotó el escándalo de la casa en que vive en Woodland Texas, propiedad de una empresa relacionada con Seguritech, un corporativo sospechosamente favorecido con contratos multimillonarios, asignados por el gobierno estatal de Sinhue.

En eso estábamos, cuando nos encontramos con una nueva transa: la “carretera azul”, un jugoso regalo a una empresa constructora leonesa a la cual se le entrega la concesión de la autopista Silao-Guanajuato, para que pueda realizar sin esfuerzos la construcción de la vía Silao- San Miguel Allende. Dicen los que saben que con el solo flujo de la recaudación anual de la carretera Silao-Guanajuato, podrá gestionarse un crédito para construir la otra autovía. Entonces: ¿por qué no la construyó directamente el gobierno utilizando su propia palanca financiera? Lo que no suena lógico suena metálico. Ahí se atisba corrupción y repartición de beneficios para el empresario y el político.

No entendemos cómo el propietario de la boyante empresa, podrá moverse con la cara en alto en los círculos sociales de su ciudad, mientras sus conciudadanos lo miran, sabedores de las ilegales ventajas de que gozó para verse favorecido por Diego, y obtener el regalazo de fin de sexenio. Oprobio social es lo que merecerá el constructor, porque igual asume la responsabilidad de los malos actos el que da, como el que recibe.

Desde que en esta columna empezamos a espulgar las maldades de la administración dieguista, reflexionamos sobre su origen en la LXII Legislatura federal, la célebre diputación de los moches. Pues ahora resulta que el más rápido defensor del ex Gobernador en el caso de la “carretera azul” es, nada más y nada menos que menos, que Luis Alberto Villarreal, el cónyuge de la Gobernadora de Aguascalientes y coordinador de la bancada panista en la chamuscada legislatura de las teiboleras; Villarreal ha declarado que la entrega de una concesión junto con otra de regalo, es de lo más normal en la contratación de infraestructura de países avanzados. Curiosa “licitación” que comienza con 15 empresas interesadas y que termina con una solitaria oferta, la del ganador. Raro ¿no?

Pero aún faltaba el golpe más contundente al alegre repartidor de concesiones Diego Sinhue. Y llegó de quien menos esperaba, su padrino el exgobernador Miguel Márquez. Intentando marcar distancia de su discípulo, MMM habló claro y contundente, recalcando: “la autopista Guanajuato- Silao se la debió quedar el Estado”. La constructora, por lo pronto recibirá en los próximos 5 años casi mil cien millones de pesos de esa vía, que no llegarán al presupuesto del Estado.

Mientras todo esto acontece, el futuro pinta tormentoso para la gobernadora Libia García. Su ex jefe y postulante es un lastre que se acrecienta conforme se destapan cloacas. Mantener al mismo Secretario de Finanzas (Héctor), al coordinador de Gabinete (El Charly) y al operador político de Diego (Aldo) en el entorno de su gobierno, aumentan las sospechas.

Última reflexión. León cuenta con un acceso de seis carriles a la ciudad, Irapuato tiene un gran bulevar de entrada, en Celaya se accede por un amplio eje carretero de interconexión, ninguno es de paga. No entiendo por qué los guanajuatenses capitalinos, hemos sido escogidos para tener que pagar una carretera decente para llegar a nuestra ciudad, la capital del estado. Entregar una cuota al Estado por una obra totalmente amortizada, ya estaba mal. Pero ahora nos obligan a pagarle el negocio sucio a Diego y a la concesionaria favorita. ¡Protesto!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *